Sectores Estratégicos

Argentina y el sector nuclear – Entrevista a Diego Hurtado

“Argentina dejó de ser un ejemplo de país emergente vital en el sector nuclear.”

OCIPEx dialogó con Diego Hurtado, doctor en Física y especialista en innovación y gestión de la tecnología, e historia de la ciencia, sobre la reciente suspensión de la construcción de las dos centrales nucleares acordadas con China, las razones geopolíticas detrás de esta decisión y su impacto sobre el desarrollo nuclear en la Argentina.

Diego Hurtado. Doctor en Física y especialista en innovación y gestión de la tecnología

¿Hay razones científicas y económicas para que el gobierno haya decidido posponer la construcción de la central nuclear en convenio con China?

El proceso que habíamos iniciado con China en 2012 era natural viendo la proyección de los avances que habíamos tenido en el sector nuclear en el anterior gobierno, donde se había iniciado un proceso de reactivación planificada del sector nuclear. No había la más mínima razón de política científico-tecnológica para anular la construcción de las dos centrales nucleares acordadas con China. Yo creo que la razón es geopolítica. Este gobierno podría haber tomado muchas opciones, y tomó la única opción compatible con alineamiento incondicional a la política exterior de EEUU, que es que Argentina no se involucre en temas nucleares con China.

Hubiera sido hasta comprensible haber dejado de hacer una de las centrales nucleares si el problema era económico. Pero, en simultáneo, uno ve que están haciendo inversiones de miles de millones de dólares en energía renovables, donde las capacidades industriales, tecnológicas de Argentina son mucho menores que en el sector nuclear. Cuando uno hace una compra de material capital-intensiva de tecnología uno espera efectos multiplicadores. Cuando uno compra tecnología gastando miles de millones de dólares de inversión pública, uno espera efectos multiplicadores. Esto no es un invento mío, no es peronismo, es teoría de desarrollo económico básica de mediados del siglo XIX, que hablan del rol que juega la ciencia y la tecnología.  Es decir, que uno espera hacer una inversión masiva, con gasto público para que ponga en funcionamiento procesos de aprendizaje, escalamiento tecnológico, incorporación de capacidades locales, asesoramiento e incorporación de industria nacional.

Pero volviendo a la realidad de un gobierno como el de Macri, que no tiene un plan energético, dicen que no compran ni la cuarta ni la quinta central porque dicen queremos ahorrar por el ajuste que nos va a exigir el FMI, o que estamos entrando en un periodo de austeridad. En definitiva, no compran ninguna de las centrales nucleares, pero van a comprar energía eólica importada sin usar las capacidades nacionales, aunque menores en relación con el desarrollo nuclear, ya que Argentina tiene dos empresas que pueden producir aerogeneradores que son NRG Patagonia y Pescarmona, y una tercera como Invap que estaba muy cerca de desarrollar aerogeneradores de baja potencia. Más de 60 empresas nacionales eran capaces de proveer componentes. En conclusión, compran energía eólica importada, cero tecnologías nucleares.

¿Cuáles son las nuevas condiciones del acuerdo?

No lo sé, porque en realidad se desdijeron, si te guías por las declaraciones de Julián Gadano, Subsecretario de Energía Nuclear desde la asunción de Macri. Cuando haces toda la composición, lees en primer lugar las promesas, como que habían negociado con China mejores pecios, más favorables que lo que había negociado el kirchnerismo. Luego hablaron de Rusia. Incluso, en algún momento, cuando Gadano viajó a ese país a negociar con la gran empresa rusa de energía atómica, circuló que se le podía comprar una central a Rusia. Luego Gadano dijo que iban a instalar la quinta central nuclear en Sierra Grande y que además la cuarta central la empezarían a construir a fines de 2017 o a comienzos de 2018. El funcionario prometía que cuando la construcción de esta central entre en estado estacionario, la cuarta iba a dar 5000 puestos de trabajo. Se cansaron de repetirlo, y hoy luego de las promesas incumplidas estamos hablando de 700 despidos en el sector nuclear.

De un día para otro no vamos a comprar la cuarta central por austeridad, y a la semana tampoco la quinta central. Incomprensible. Argentina había logrado cierto nivel de proyección en sus políticas públicas, cierto nivel de capacidades en política científico-tecnológicas, donde tuvimos un plan nuclear, espacial y de telecomunicaciones. Ese es el país que heredó el macrismo, así que uno piensa que, si el Subsecretario de Energía Nuclear toma una de las políticas públicas más maduras que tiene la Argentina, era esperable que hicieran algún lío, no era esperable un desguace, y que además lo hicieran en treinta días que desdicen casi dos años de afirmaciones. Este es un punto que todavía no salieron a aclarar. Fijate que la voz de Gadano, desde que se anunció el corte de las dos centrales, desapareció de la escena.

¿Lo relacionas con el alineamiento internacional del gobierno, por qué?

Primero, lo que me hace sacar las conclusiones que hago es la década de los 90’. Llega el gobierno de Menem al gobierno y todos conocimos lo que se llamó realismo periférico, alineamiento incondicional. Se llegó a hablar de las “relaciones carnales” de Argentina con Estados Unidos y eso tuvo una manifestación clarísima y primera, en dos hechos relacionados al desarrollo tecnológico. Una es el plan del misil balístico de alcance medio Cóndor II, que Argentina venía desarrollando, y por la que se negocia el desguace el desmantelamiento de una manera simbólica humillante. Se acordó desmantelar el Cóndor II y mandar las partes a Estados Unidos para que sean destruidas. Que alguien me diga ese procedimiento de dónde salió. Si vos me dijeras fue la ONU o un organismo internacional, ¿pero que el gobierno de EEUU y el gobierno argentino decidan llevarlo adelante esa manera teatral, histriónica de cancelar un proyecto?

Y a continuación, las presiones por firmar el tratado de Tlatelolco y el de No Proliferación. Uno puede ver claramente como después de la firma de estos tratados, inmediatamente vinieron las medidas de desmembramiento del plan nuclear y privatización. Es decir, de desmantelar el sector más valioso, que es su articulación cuasi-sistemática relativa a un país semiperiférico. Ahí había una mano ejecutora. Se ve cuando uno mira con un poco más de detalle. Cuando uno lee diarios norteamericanos o revistas escribiendo sobre el plan nuclear argentino, sobre el nacionalismo irracional y el peligro de un país como Argentina con ese nivel de desarrollo, y cuando uno lee la prensa norteamericana, sabe que hay cierta prensa que se alinea a las políticas exteriores del gobierno norteamericano. Esto es histórico desde el 45 hasta los 90’. ¿Por qué iba a cambiar en los 90’ con un gobierno que se alinea de manera acrítica a la política exterior de EEUU? Si uno ve, EEUU tiene una obsesión.  No quiero que esta frase suene chauvinista, nosotros no le quitamos el sueño a EEUU, ya que el plan nuclear argentino no hace el que presidente de EEUU duerma inquieto. Pero en su tercer o cuarto nivel de agenda, junto con otros países como Brasil, Sudáfrica y la India, la Argentina molesta. Como EEUU es muy prolijo en su diplomacia, se encargó sistemáticamente durante cincuenta años de presionar, como una gota de hierro sobre nuestra cabeza, sobre nuestro plan nuclear.

El gobierno argentino no está negociando una política exterior, ni se está alineando a una política exterior de EEUU, está haciendo todos los gestos que EEUU le pide, para ir ganando tiempo, que es lo único que sabe hacer este gobierno, ganar tiempo. Claramente vamos hacia una debacle, un abismo.  Creo que lo entienden, pero no les importa, ganan tiempo para seguir haciendo negocios. En ese marco yo encuadraría el alineamiento con los EEUU. Casi como una mímesis respecto de los 90’.

¿Crees que puede afectar nuestra relación con China?

Si, yo creo que sí, seguro que las van a afectar. Ahora están hablando de ampliar el swap con China. Hay que ver si están diciendo –“mirá, no te vamos a comprar las dos centrales nucleares, pero, -lo digo yo de esta manera-, si nos dejás ampliar el swap, podemos venderte soja y comprarte molinos eólicos”.  Porque, finalmente, EEUU hoy no tiene las fichas puestas en los molinos eólicos. Si eso lograra compensar para China la pérdida de las dos centrales, salimos más o menos ilesos de este desastre diplomático. Todo país, más allá de que uno piensa de manera simplificada -China tomando represalias o no-, tiene infinitos grises. ¿Cuál va a ser a mi juicio el peor impacto? Argentina venía construyendo una imagen de país sólido en términos institucionales hacia el exterior con el kirchnerismo. Estos son aspectos fundamentales que no se defienden del kirchnerismo, y que tienen que ver con la construcción de institucionalidad, entendida no sólo hacia adentro sino en términos de construir una representación hacia afuera de qué país queremos ser, hacia dónde va la Argentina y cómo cumple con sus compromisos. Y nuestra multipolaridad, nuestra apertura a China y Rusia frente a un imperio que se derrumba. Fijate que nuestra oligarquía argentina se aferró a Gran Bretaña cuando se derrumbaba. Yo no quiero ser pájaro de mal agüero y espero equivocarme, porque uno no le desea todos los males del planeta a este gobierno, porque todos los males del planeta para este gobierno son todos los males para nosotros. Pero si uno es todo lo objetivo que uno puede, y uno ve otra vez esa falta de capacidad estratégica para entender que EEUU está en declive, y vuelven hacer lo mismo de la argentina de los 30’ que se aferran a la potencia que se cae. Argentina va a pagar carísimo eso. Haciendo tratos o acuerdos leoninos a favor de un imperio que además se derrumba. Es ir a pérdida con una potencia que se apaga. En ese sentido, me parece que más allá que ojalá no quedemos en una relación de extrema debilidad con China, este país si toma nota. Porque dice “cada cuatro años en Argentina se renegocia todo”. Hay que ver si China se va a sentar de nuevo con nosotros a charlar sobre una central de potencia financiada a ocho años, como se había negociado. La próxima vez que se siente un gobierno industrialista e inclusivo que quiera energía nuclear con un gobierno Chino, le va a decir “no te podemos dar financiamiento a 10 años porque después pierden las elecciones y nos pasa lo que nos pasó con el gobierno de Macri, que no cumple”. Porque, al fin y al cabo, lo que demuestra el gobierno de Macri es que no está representando a su país. Qué mejor signo de no estar representando a su país sino a los negocios de su país, arribista o lumpen, que no cumplir con los acuerdos internacionales que se supone que se infieren de una política de estado como una política nuclear.

¿Cómo lo enmarcamos dentro de la política energética nacional? ¿Hay relación entre política energética, política exterior y modelos de desarrollo? ¿Por qué?

Me parece que es demasiado decir política energética. El Ministerio de Energía se transformó en algo así como una feria energética, donde Aranguren es el que conduce la subasta. Él, además, está de los dos lados, y donde viene Caputo, Mindlin, se sientan con el lobby hidrocarburífero norteamericano, y a los chinos le dicen “te compramos molinos eólicos en vez de centrales nucleares.” No hay política energética. En realidad, la política energética se restringe a dolarizar el precio de la energía al mercado interno, para generar mayor margen de utilidad.

Es un tema muy complicado, porque nosotros con el gobierno de Cristina vimos que uno de los nodos para poder traspasar la restricción externa era sector energético. Con el cambio de gobierno, llega un gobierno neoliberal y la política energética pasa a ser subsidiaria de una necesidad financiera, donde por ejemplo nos hablan de que Argentina es el “gran adalid del cambio climático”. Por supuesto que Argentina tiene que asumir un rol en el cambio climático, pero no en la misma medida que Alemania, Gran Bretaña, EEUU o China. ¿Cuál es nuestra responsabilidad? Si la ponemos en el contexto internacional, la responsabilidad de Argentina en una política pro-colaboración de frenar el calentamiento global va a ser ínfima comparado a las potencias. Argentina puede hoy pensar una política energética con energías renovables, pero tengo evidencias de que en realidad el cambio climático es un pseudo-ecologismo que le permite al gobierno de Macri plantar una urgencia de inversiones, que en realidad no responde al cambio climático sino a las presiones de los lobbies financieros. De ahí la gran ola de inversiones públicas y endeudamiento en energías renovables, que va a llevar a tarifas altísimas, y a que Argentina compre tecnología importada llave en mano.

¿Esto nos trae algún tipo de coto sanción o mala prensa en términos del mundo de la política nuclear internacional nuclear?

Sí. El sector nuclear en Argentina hoy es un sector con mucha densidad, como lo decía Aldo Ferrer en términos de densidad nacional, basándonos en sus en conexiones interinstitucionales entre nuestras instituciones y empresas, formación de profesionales, transmisión de la información y capacidad de acumular know-how. A su vez, hay una importante cadena de valor, que es la del combustible nuclear, que produce un elemento de altísimo valor agregado: el agua pesada. Ahora quieren desguazar la planta de agua pesada más importante del mundo -los que se dicen empresarios-, porque dan de baja Atucha III y la quinta central. Y, por último, cuestionan para qué es necesario producir agua pesada. Lo paradójico que los funcionarios del gobierno, que se dicen grandes empresarios, no salen a vender agua pesada. En vez de vender un producto con altísimo valor agregado, lo quieren desguazar. A su vez, producimos también fuentes selladas de cobalto, que se exportan con alto valor agregado desde Dioxitek. Desmantelarlo o privatizarlo, como quiere el gobierno, significaría perder densidad.

A su vez, Argentina le vendió un reactor a Australia o a Holanda que le permitió, con los demás logros ir insertándose y ganando asientos muy relevantes en los organismos internacionales. Hoy Argentina tiene lugar en los foros más importantes, que son muy cerrados y restrictivos, como el Nuclear Suppliers Group (NSG), que es un club de exportadores de energía nuclear que se sientan y deciden qué se puede exportar y qué no a los países que “no son confiables”. Argentina, a su vez, tiene un lugar importante en el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), y tiene una Agencia Brasileño Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC).

La colaboración con Brasil es una colaboración estratégica construida desde la cumbre de Alfonsín- Sarney en el año 85-86, que lleva en 1991 a fundar esta agencia entre Argentina y Brasil, y que nos transforma en un ejemplo mundial de países vecinos que colaboran estratégicamente. Con este organismo ambos países se controlan mutuamente, y en función de esto construyen la colaboración. Imaginate si Pakistán e India tuvieran un equivalente a este organismo, o Israel con países vecinos, como podríamos ir desactivando las desconfianzas, la posibilidad de escalamiento. O mejor aún, si lo hicieran las dos Coreas, en las cuales se inspeccionen y colaboren. La ABACC fue una perla en términos de diseño institucional en tecnología sensitiva.

En la ABACC se comparte y alternan la presidencia Argentina y Brasil. Hace dos meses le pidieron la renuncia al representante argentino, todavía no lo reemplazamos, por lo que estamos sin director argentino, ya que nos tocaba asumir la presidencia; y a su vez, Argentina no giró todavía la parte de dinero que le corresponde al organismo.

Cuando vos le dejas de comprar a China y tu plan nuclear deja de tener proyección y crecimiento, en la OIEA anotan: “Argentina ya no es tan relevante y no va a tener cinco centrales y se queda en tres y este gobierno desinvierte”. En el NSG, hasta hace un tiempo, estaba de presidente un argentino. Probablemente ya no vaya de vuelta un argentino. Esta persona era un posible candidato a presidir la OIEA, pero un país que desguaza su plan nuclear pasa a tener muchas menos posibilidades, porque Argentina deja de ser ejemplo de país emergente vital en el sector nuclear, lo que podría haber sido todo un símbolo para el OIEA.

Me parece que en términos de relaciones internacionales, efectivamente estamos dando una señal pésima y retrocediendo aceleradamente en todo lo que se había logrado en el ámbito internacional. Se fueron logrando pasitos hacia adelante muy costosos.  El país tiene que dar muestras de confianza y eso se mide en décadas no en años. Ir mostrando en algún sentido la buena conducta, el alineamiento a las políticas internacionales, y Argentina lo venía haciendo en el sector nuclear de manera muy prolija y muy virtuosa. Esto hoy se está descuidando, de la misma manera que se está descuidando Malvinas, o el sector satelital donde hay algo equivalente. En el sector satelital, con la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) Argentina venía ganando confianza para ganar más posiciones orbitales. Las posiciones orbitales son soberanía o extensión de los soberanos al espacio exterior. Tuvimos una, logramos dos posiciones orbitales. Si poníamos al Arsat III en órbita, como habíamos prometido, podíamos negociar una tercera posición orbital, porque empezamos a hablar de un país que demuestra que tiene una industria de satélites geoestacionarios y que además exporta a la región.  Entonces la UIT, agencia de Naciones Unidas, ve una Argentina confiable y le sede la tercera posición orbital. Hoy ya se evaporó la posibilidad de que Argentina pueda conseguir esa tercera posición porque este es el mundo de la tecnología. No hay posibilidad de que entre al mercado internacional de tecnología o de alto valor agregado si no logras posicionarte en los foros internacionales, vinculados a esos sectores, y esto no es salir a vender satélites o cualquier otra cosa, es ir posicionados en términos internacionales.

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