Por Lucio Verdoia
Un temblor sacude y desvela a los colonos británicos que habitan las Islas Malvinas: el Brexit. Pero este no es un movimiento tectónico, sino un terremoto geopolítico. Durante las acaloradas jornadas de abril, Westminster rechazó todos los acuerdos de salida propuestos. El proyecto de Theresa May, previamente negociado con Bruselas, sufrió tres derrotas consecutivas en el Parlamento para concluir finalmente, ante la posibilidad de un cuarto revés, con la dimisión de la Primera Ministra.
En el actual estadio del divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea, cabe preguntarse, ¿qué sucederá con las numerosas dependencias coloniales que el Reino Unido sostiene como remanente anacrónico de su viejo imperio decimonónico? En rigor, las colonias británicas se ven afectadas en grados muy diferentes. Entre ellas, las Islas Malvinas, especialmente determinadas por su ubicación geográfica en el extremo-austral del Atlántico Sur y por un inocultable escenario de tensión, litigio y disputa, son especialmente sacudidas por el terremoto brexit.
De persistir este escenario de parálisis entre Londres y Bruselas, podría producirse el peor escenario para el Falkland Islands Government (FIG): un hard-brexit (una salida sin acuerdo) o, en su defecto, un brexit altamente desventajoso para su delicado y dependiente equilibrio económico. Bastará recordar que el 80% de las exportaciones de Malvinas tienen como destino la zona aduanera UE y casi la mitad de las importaciones totales también provienen del viejo continente. Como presagiaría en 2016 el ex Secretario del Foreign Office, William Hague: “abandonar la UE podría ser desastroso para las Malvinas…”.Y no se equivocaba. Desde el referéndum del 2016, en el que triunfaron los euroescépticos encabezados por Boris Johnson, el «Falklands Lobby» (un poderoso grupo de interés reconocido por su carácter reaccionario anti-argentino) dispuso una intensa campaña de presión que buscó, por todos los medios posibles, hacerse escuchar en Londres: “continuamos haciendo todo lo posible a nuestro alcance, ¾dijo el «Governor» Nigel Philipps¾ para asegurar que nuestra perspectiva es comprendida y considerada en cualquier arreglo comercial futuro, estamos también investigando qué oportunidades alternativas podrían existir para nuestras exportaciones e importaciones una vez que el Brexit esté completamente implementado.”[1]
Una lectura atenta de las estimaciones del FIG, observará que la totalidad del impacto del brexit en el Atlántico Sur posee como punto de partida la pérdida (futura) de la condición de territorio de ultramar asociado a la UE a través de la OCTA (Overseas Countries and Territories Association of the European Union). Y es que, al salir el Reino Unido de la UE, también lo hacen sus colonias (la mayoría de ellas insulares) diseminadas en todos los océanos del mundo. Las Malvinas gozan actualmente de un estatus que le permite exportar bienes libres de aranceles y cuotas al mercado europeo. Como se entiende, el brexit afectará la economía de las islas mediante la imposición de tarifas a las importaciones por parte de la UE, habrá menos acceso al financiamiento para el desarrollo y la investigación científica, algunas estaciones de comunicación autónomas serán retiradas, se presentarán problemas en el almacenamiento y distribución de medicinas y, posiblemente, restricciones en el traslado de mercancías para los turistas en los aeropuertos.
El peor escenario para el gobierno ilegítimo de las Islas es un divorcio sin acuerdo. Esto supone que el comercio RU-UE quedaría sujetado a las reglas de la Organización Mundial de Comercio, implicando la imposición de aranceles a la importación que van desde 6% hasta un 20% (dependiendo el producto). Como el lector puede adivinar, estos aranceles poseen un impacto fenomenal sobre, por ejemplo, las lucrativas exportaciones malvinenses de los calamares Illex y loligo.
La colocación de las exportaciones pesqueras es crítica para el FIG. En 2017, FIFCA (Falkland Islands Fishing Companies Association, el trust del saqueo pesquero ilegal británico en el Mar Argentino) informó que exportó a la UE el 94% de sus capturas. En el mismo sentido, la actividad pesquera imperialista supone el 40% del PBI de la colonia isleña, más de un tercio de los ingresos públicos de Stanley y más del 65% de la recaudación total sobre impuestos a las ganancias. En Malvinas, la pesca es sin duda, el sector económico más afectado ante la inminencia del brexit. Las exportaciones ictícolas hacia la UE quedarán regidas por los aranceles de la OMC de entre 6% y 18%, involucrando una importante pérdida de competitividad, trabas y demoras en los puertos de acceso y la posibilidad real de masivas pérdidas de empleo en el sector.
Otra actividad que será gravemente afectada por la salida británica de la UE es la ganadera. Hasta el año pasado al menos, un tercio de las exportaciones de carne ovina malvinense ingresaron al mercado europeo. Con el brexit, las exportaciones de carne sufrirían aranceles de hasta un 42%. Frente a una cifra semejante, FIMCo (Falkland Islands Meat Company) ya anunció una debacle para el sector si el Reino Unido no logra un acuerdo favorable de libre comercio con ventajas aduaneras para las Malvinas. La pérdida del mercado europeo para las carnes malvinenses significará la reducción de la fuerza de trabajo agrícola-ganadera que actualmente representa el 12% del empleo isleño (solamente superada por el sector público estatal).
Luego de los acuerdos de cooperación OCTA-UE de 2008, la investigación científica cobró impulso en algunas colonias británicas. El SAERI (South Atlantic Environmental Research Institution), una institución que había crecido durante los últimos años en la sociedad colonial, ahora ve amenazada la continuidad de 3 de sus principales proyectos de investigación enteramente financiados por la UE. La misma incertidumbre existe respecto del suministro de medicamentos para las islas que enfrentará problemas de almacenamiento y certificaciones sobre algunas medicinas importadas de la UE.
En resumen, la economía de las islas Malvinas es altamente dependiente de las exportaciones de la pesca y de carne hacia la UE. En promedio, las actividades agro-ganaderas y la pesca representan casi la mitad del PBI isleño. Juntas, acumulan el 16% del empleo directo. Además, en derredor de la pesca y la ganadería, existe toda una economía de servicios que obtiene el 30% de sus ganancias totales mediante el abastecimiento de bienes y servicios para ambas industrias. Como ya hemos mencionado, esta situación compromete seriamente la recaudación fiscal de la colonia británica asentada en nuestras Islas Malvinas. Si el Reino Unido abandona la UE con un hard-brexit, o un brexit desventajoso (sin acuerdos de libre comercio para la pesca y la ganadería) habrá un severo impacto en las principales actividades económicas de las Islas, tanto en el sector primario como en el terciario. Se perderán empleos, decrecerá significativamente el PBI isleño y habrá una caída del 18% (o más) de la recaudación fiscal. Quedarán comprometidos el financiamiento algunos servicios públicos y la inversión en infraestructura: “This would prohibit our future growth and prosperity as a self-sufficient Island nation.”[2] [esto limitará nuestro futuro crecimiento y prosperidad como nación isleña autosuficiente].
Pero no todo es negativo para la economía colonial británica. Desde 2016 hasta hoy, la libra esterlina se ha devaluado un 10% frente al euro, y existen sectores de la economía isleña que pronostican una rápida recuperación confiados en las ventajas comparativas que esto supone para las exportaciones de lana o carne en otros mercados. Por el contrario, no son tan optimistas quienes dependen directamente del financiamiento europeo para el desarrollo de sus actividades. Para la SAERI y la «Falklands Conservation», es vital que el Reino Unido se haga cargo del coste de los proyectos y actividades que quedarán desfinanciados cuando se consume el divorcio con la UE. Sin embargo, esta expectativa resulta poco verosímil cuando se observa la caída del 2,5% PBI británico en relación a la trayectoria de crecimiento que tenía antes del referéndum de junio de 2016 (incrementando el costo de los bienes y los servicios importados, aumentando la inflación y erosionando el poder adquisitivo de los consumidores). Y es esta una caída que, posiblemente, se pronunciará post-brexit (para el mes de noviembre).[3] Tal vez, es esta la inquietud que guía las declaraciones de algunos legisladores isleños como Teslyn Barkman, quien abogó para que el FIG negocie su propia relación futura con la UE “independientemente del Reino Unido”.[4]
Pero no es, en todo caso, el único escollo del terremoto: la colonia británica también precisa reconfigurar su relación comercial con el Reino Unido luego del brexit ya que, entre otros intercambios, el 70% de la carne ovina isleña tiene como destino los puertos de Inglaterra. Seguramente, en función de garantizar la supervivencia mínima de las economías coloniales, Downing Street deberá garantizar un acceso continuado, libre de aranceles y cuotas entre Malvinas y el Reino Unido. No obstante, ¿serán suficientes las contramedidas domésticas para garantizar la sustentabilidad de las economías coloniales ultramarinas británicas? La respuesta es taxativa: NO. Post-brexit, en el Océano Pacífico, la producción de miel de las Islas Pitcairn se verá dramáticamente afectada. En las puertas del mediterráneo, la circulación libre de trabajadores y mercancías de las que depende Gibraltar en su frontera con España podría ser críticamente limitada. Exactamente lo mismo sucede en el Mar Caribe, entre Anguila y sus vecinos, especialmente con la francesa isla de Saint Martin. En plena era de la globalización de los intercambios comerciales, las colonias británicas están siendo empujadas a una transición económico-jurídica que no podrá ser enfrentada únicamente al viejo estilo imperial británico. ¿Será este, acaso, un aliciente para que los pueblos de los territorios no-autónomos inicien un nuevo ciclo de descolonización e independencias? He allí el papel principal que jugará la diplomacia británica, hoy en manos del conservador Jeremy Hunt, para establecer acuerdos y tratados bilaterales que posibiliten la viabilidad de las colonias. Caso contrario, las mismas podrían volver rápidamente a una ecuación deficitaria imposible de sostener para el imperialismo británico.
Tras la aprobación de la Resolución 2065, en el período 1966-1981, es decir, en los años anteriores a la Guerra del Atlántico Sur de 1982, el Reino Unido accedió a negociar con la Argentina diversas fórmulas para el traspaso de la soberanía.[5] Pero las verdaderas razones por las que dichas negociaciones se habían iniciado (y que fueron boicoteadas oportunamente por el Falklands’ Lobby), tenían mucho más que ver con la inviabilidad económica de las Malvinas que con un genuino interés británico por cumplir el mandato de la Asamblea General. Por aquellos años, sostener económicamente a la colonia resultaba demasiado oneroso ante los ojos del thatcherismo neoliberal en pleno auge. ¿Volverán las Islas Malvinas a una situación crónica de déficit y decadencia tras la consumación del brexit?
En principio, ciertamente el impacto post-brexit sobre las Malvinas será severo. Amortiguarlo se ha convertido en una obsesión del « Falklands’ Lobby ». Por ello es que el FIG lleva por lo menos dos años preparándose para el terremoto. Desde 2017, se privilegiaron tres diferentes políticas: diversificación de las actividades vinculadas a la ganadería ovina y la agricultura, aumento de las licencias de explotación de recursos ictícolas y, en tercer orden, la necesidad de contar con nuevos vuelos comerciales que estimulen la actividad turística durante todo el año.
El brexit vuelve muy necesaria una buena relación con Argentina para el Reino Unido pero mucho más para sus intereses coloniales en Malvinas. Y es allí, justamente, donde aparece el rol fundamental de la diplomacia Foreign Office. Una serie de acuerdos bilaterales de carácter desmalvinizador entre la Argentina y el Reino Unido no es un simple deseo isleño, sino una necesidad del imperialismo británico en el Atlántico Sur. La expresión diplomática más complaciente con esta urgencia británica es el Comunicado Conjunto Foradori-Duncan firmado en Buenos Aires el martes 13 de septiembre de 2016 entre el Reino Unido y la República Argentina. En ese marco se relanzó la vergonzante Comisión de Pesca del Atlántico Sur (CPAS), se otorgó seguridad jurídico-política a la infame exploración de hidrocarburos sobre la Plataforma Continental Argentina, se realizaron insólitas tareas de vigilancia conjunta sobre las actividades pesqueras, se fomentó la cooperación antártica y se consintió la posibilidad de nuevos vuelos comerciales a las islas. Un anillo al dedo de su majestad.
En conclusión, de lo que se trata aquí es de la autosuficiencia económica de la colonia británica en el tembloroso contexto del brexit. Como advertimos al principio, todas las opciones permanecen abiertas: hard-brexit, brexit ordenado con acuerdo aduanero o, incluso, un renovado impulso del remain (permanecer en la UE). De confirmarse un brexit (sea cual fuere su escala) habrá terremoto en el Malvinas.
¿Es esta una oportunidad para la Argentina? El colonialismo británico deberá re-colocar exportaciones y establecer nuevos acuerdos de vecindad en cada caso. Pero no debemos ser ingenuos, el imperialismo inglés se ha montado en sus colonias mediante dos dispositivos vinculados entre sí: la expansión del sistema de bases militares OTAN superpuestas a la oprobiosa red desterritorializada de paraísos fiscales que convergen en la city londinense. En el caso de las Islas Malvinas, debemos ponderar la presencia de una fortaleza militar sin parangón en la región y la proyección de poder británico sobre la Antártida. Ambos elementos son considerados de altísima relevancia estratégica por la Chatham House y no serán, en el mediano plazo, drásticamente conmovidos por el brexit.
¿Cuál
es la actitud, entonces, que debería adoptar nuestro país para maximizar la
defensa de sus intereses nacionales en el Atlántico Sur? Se trata, sin dudas,
de una interesante oportunidad para ajustar la presión sobre el archipiélago y el
reclamo por su descolonización definitiva ante el sistema internacional. Pero esta
es una pregunta que merecería, por la propia complejidad que presenta, un
artículo aparte. Sin embargo, consideramos que, en el actual estado de
coyuntura nacional, la misma ha perdido sentido toda vez que comprobamos, con
dolor, los estragos causados por la brutal aplicación de la doctrina neoliberal
en nuestro país: el desmoronamiento del aparato productivo, la desarticulación
del sistema científico nacional, un abrumador mega-endeudamiento, la caída del
consumo y el aumento dramático de la pobreza. Con brexit o sin él, nuestra
Patria deberá primero re-iniciar un proyecto de desarrollo nacional-popular, y expulsar
de la Casa Rosada a Christine Lagarde y Mark Kent, para retomar la senda de la
Argentina Bicontinental y la defensa integral del pueblo argentino.
* Politólogo, analista en Geopolítica y Defensa Latinoamericana.
[1] Philipps, Nigel (2018): “State of the Nation”, en MercoPress, May 30th, Stanley, Falkland Islands, [on line] disponible en: http://en.mercopress.com/2018/05/30/state-of-the-nation-incredibly-exciting-time-for-the-falkland-islands-and-its-people
[2] FIG (2018): “Impact of Brexit on our wider economy and environment…”, disponible [on line] en: http://www.brexitfalklands.gov.fk/index.php/wider-economy-and-environment/
[3] En adición, ya son muchas las firmas que han decidido abandonar el Reino Unido con carácter preventivo. La francesa Airbus, por ejemplo, advirtió que si se confirma un hard-brexit culminaría sus actividades en el RU y se trasladaría al otro lado del canal de la mancha, dejando un tendal de 14.000 desempleados. En el sector financiero, tradicionalmente muy dinámico en la city londinense, ha sufrido hasta ahora la migración de más de 40 bancos desde Londres hacia Frankfurt.
[4] Barkman, Teslyn (2019): “Falklands y el Brexit, un desafío sin resolver y para el cual se preparan las Islas”, en Mercopress, 15 de Marzo, disponible [on line] en: https://es.mercopress.com/2019/03/15/falklands-y-el-brexit-un-desafio-sin-resolver-y-para-el-cual-se-preparan-las-islas
[5] Existieron tres fórmulas diseñadas durante las negociaciones de este período: el Memorandum de Entendimiento (1968), Condominio (1974) y Lease Back (1980). Todas se basaron en proyectos originalmente británicos que fueron abandonados por las mismas autoridades en Londres.