La fusión Boeing-Embraer: un caso de “Adquisición Disuasiva”

Autora: Agustina Sánchez Beck 

Embraer es actualmente el tercer mayor fabricante de aviones del mundo y el líder del segmento de aeronaves para vuelos regionales [1]. Más allá de su exitosa actividad comercial, la empresa conforma un polo tecnológico de investigación y desarrollo que integra, desde hace cinco décadas, el complejo militar-industrial del Estado brasileño. En palabras de Marcelo Gullo, podríamos decir que forma parte del denominado impulso estatal, es decir, de “las acciones llevadas a cabo por parte de un estado periférico tendientes a poner en marcha las fuerzas necesarias para superar la subordinación y el subdesarrollo” [2].

A partir de conversaciones iniciadas en diciembre de 2017, Boeing manifestó su deseo de adquirir Embraer. En julio de 2018, la empresa norteamericana firmó un memorándum de entendimiento con su contraparte brasileña para conformar un Joint Venture llamado NewCo [3]. En el mismo se detalla que la primera se hace con una participación accionaria del 80%, tomando el control ejecutivo de casi todas las operaciones y la infraestructura de Embraer, mientras que deja en calidad de “observadora” la posición brasileña en el directorio de la nueva compañía. Esta operación, que alcanzaría un monto total de 4.750 millones de dólares [4], supone un proceso de transición que, en caso de contar con la aprobación del gobierno brasilero, finalizaría en diciembre de 2019. Es importante remarcar que, desde la privatización de Embraer en 1994, el gobierno cuenta con la posibilidad de veto sobre las decisiones más importantes de la compañía a través de una “acción preferencial” o Golden Share, y que la adquisición hostil (take over) por parte de Boeing no incluye los contratos de defensa ni la aviación ejecutiva de Embraer.

Desde el sector financiero, esta operación ha sido interpretada como una respuesta a la unión de la europea AirBus y la canadiense Bombardier. Debido a las similitudes y competencia directa entre Bombardier y Embraer en la producción de aviones de pequeño y mediano porte, Boeing se habría visto “obligada” a realizar esta oferta para poder seguir compitiendo dentro de este sector del mercado. Este enfoque, no obstante, resulta insuficiente para explicar en profundidad la creación de NewCo. ¿Por qué una empresa fundamental para el desarrollo de un Estado llevaría adelante un proceso de venta del 80% de su paquete accionario?

Para describir este proceso proponemos el concepto de “Adquisición Disuasiva”. El mismo se define como una acción por la cual un Estado central adquiere empresas estratégicas de un Estado emergente para disuadir el potencial desarrollo de este último. De esta manera, los Estados periféricos encontrarían mayores obstáculos para alcanzar el desarrollo científico-tecnológico, el crecimiento económico-comercial y la explotación de los recursos naturales de manera soberana. La transacción llevada adelante por Boeing devela que este tipo de adquisiciones cuenta con tres elementos fundamentales: la implementación de políticas de ajuste macroeconómico, el desarrollo de procesos judiciales basados en denuncias de corrupción estatal y, finalmente, la adquisición de empresas estratégicas que resultan “devaluadas” a causa de los dos anteriores.

A este respecto, es necesario recordar que, en diciembre de 2017, la administración Trump publicó una nueva versión de la “Estrategia para la Seguridad Nacional” (N.S.S. por sus siglas en inglés). Este documento establece, entre otras cosas, acciones prioritarias en política exterior que tienen como objetivo “preservar el estilo de vida norteamericano, promover su prosperidad, la preservación de la paz a través de la fuerza y cómo incrementar la influencia norteamericana en el mundo” [5]. Llama especialmente la atención la inclusión de la lucha contra la corrupción como una herramienta en las políticas “militares y de seguridad para la región” [6], así como su presencia en el apartado sobre la “Promoción de las relaciones económicas libres, justas y reciprocas” [7].

Las motivaciones de los Estados Unidos para “combatir la corrupción” en la región están íntimamente relacionadas a la “Adquisición Disuasiva” de Embraer por parte de Boeing. Los casos del “Lava Jato” en Brasil y la causa de “Los Cuadernos” en Argentina activaron procesos de investigación judicial que han puesto en jaque al empresariado local de ambos países. Tanto la recesión económica impulsada por políticas de ajuste como las acusaciones de pago de sobornos para la obtención de licitaciones estatales han perjudicado a las empresas involucradas, poniendo en duda la consecución de los contratos que estaban ejecutando. Un claro ejemplo es la pérdida por parte de Embraer de los contratos con Mozambique y Angola a manos de empresas francesas y rusas, respectivamente [8]. Este escenario ha influido negativamente en el valor de sus acciones de mercado y, consecuentemente, ha generado una oportunidad inédita para que corporaciones internacionales se hagan con paquetes accionarios mayoritarios y accedan a contratos de explotación de recursos naturales y desarrollo de capacidades tecnológicas estratégicas.

Por lo tanto, más allá del enfoque geopolítico sobre las industrias estratégicas que es necesario introducir en todo análisis, consideramos de extrema relevancia mantener una mirada atenta sobre cómo evolucionan los procesos judiciales que se están llevando adelante en Sudamérica. El nuevo esfuerzo que realiza Estados Unidos en brindar a la dirigencia política las herramientas diplomáticas y legales necesarias para “luchar contra la corrupción” dista de ser inocente. Frente a un sistema internacional que tiende hacia una estructura multipolar y al desafío que supone China desde lo económico y Rusia desde lo geopolítico, la potencia hegemónica parece no estar dispuesta a que América Latina desarrolle los elementos necesarios para alcanzar un mayor grado de autonomía.

Es en la voluntad del pueblo latinoamericano y en la unión regional de sus Naciones donde reside el poder para lograr su soberanía y unidad. Unidos o dominados.

NOTAS

[1] Recuperado de: https://www.efe.com/efe/america/economia/boeing-y-embraer-acuerdan-crear-un-nuevo-gigante-de-la-aviacion-comercial/20000011-3673724

[2]GULLO, M. “RELACIONES INTERNACIONALES”: Una teoría critica desde la periferia sudamericana. 1°ed. CABA, 2018. Ed Biblos. Pág. 171.

[3] Recuperado de: https://brasil.elpais.com/brasil/2018/09/26/economia/1537984567_559748.html

[4] “El mercado trabajaba con una cifra de entre 6.000 y 10.000 millones de dólares y el acuerdo fue cerrado por cerca de 5.000 y en el momento eso presionó los papeles de Embraer”

[5] Recuperado de: https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2017/12/NSS-Final-12-18-2017-0905.pdf

[6] Pagina 51 de N.S.S. MILITARY AND SECURITY: We will build upon local efforts and encourage cultures of lawfulness to reduce crime and corruption, including by supporting local efforts to professionalize police and other security forces; strengthen the rule of law and undertake judicial reform; and improve information sharing to target criminals and corrupt leaders and disrupt illicit trafficking.

[7] Página 20 de N.S.S. COUNTER FOREIGN CORRUPTION: Using our economic and diplomatic tools, the United States will continue to target corrupt foreign officials and work with countries to improve their ability to fight corruption so U.S. companies can compete fairly in transparent business climates.

[8] Recuperado de: http://www.defesanet.com.br/embraer/noticia/27699/Lava-Jato-implode-contratos-da-EMBRAER-na-Africa–Russos-avancam/