Autor: GT Agroindustria y Desarrollo Rural
La decisión del gobierno nacional de abrir las importaciones de alimentos, afecta a uno de los sectores más dinámicos del sector agroindustrial argentino, la cadena de valor porcina. Dicha apertura, proporciona beneficios impositivos y cambiarios a quienes tengan la capacidad de importar y comercializar carne de cerdo, facilitando la concentración de la cadena y relegando nuestra posición productiva a nuestro vecino y principal socio comercial: Brasil.
Asimismo, cabe destacar que las repercusiones negativas que tiene dicha medida, junto con la incertidumbre macroeconómica y la inexistencia de una política agropecuaria, afecta a pequeños y medianos productores, quienes recibirán un menor precio por comercializar sus animales. A su vez, esto desincentiva la industrialización en la ruralidad, disminuyendo el proceso de faena en el territorio nacional, lo que pone en riesgo miles de puestos de trabajo.
⦁ Dinamismo productivo en el sector porcino:
La cadena de valor porcina viene experimentando un crecimiento ininterrumpido en los últimos años, empujada por la acelerada adopción de la carne de cerdo en los hábitos alimenticios de nuestra población, lo que permitió que multipliquemos por 5 la producción de carne. En este sentido, es importante destacar que a partir del año 2010, la producción pasó de 279 mil toneladas, a 761 mil toneladas en 2023.
Fuente: elaboración propia en base a datos de la Secretaría de Bioeconomía.
⦁ Aumento del consumo de carne de cerdo:
Asimismo, el consumo de carne de cerdo también tuvo un crecimiento considerable, pasando de un consumo per cápita de 8,06 kg por habitante al año en 2010, a 16,65 kg por habitante al año en 2023.
Fuente: elaboración propia en base a datos de la Secretaría de Bioeconomía.
⦁ Industrialización de la ruralidad y trabajo argentino en el sector:
En nuestro país, la cadena de valor porcina se desarrolla a lo largo de todo el territorio nacional, pero al igual que en el resto de países productores, la actividad se concentra en las áreas agroproductivas, es decir, en zonas de cultivo de maíz, soja, entre otros cultivos utilizados en la elaboración de alimento balanceado.
Según el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), la Argentina cuenta con un total de 76.737 establecimientos, que poseen un total de 5.887.401 porcinos inscriptos en el Registro Nacional Sanitario de Productores Agropecuarios (RENSPA) mediante 97.268 registros asociados a la actividad. La mayor cantidad de estos establecimientos se encuentran en la Provincia de Buenos Aires.
Las provincias que poseen la mayor capacidad de faena son las siguientes: Buenos Aires (49%), Santa Fe (19%), Córdoba (16%), Entre Ríos (5%), Mendoza (2%), Salta (1%), Chaco (1%), entre otras provincias.
El trabajo argentino en la cadena porcina se nuclea de la siguiente manera:
⦁ El 72% de los establecimientos de la cadena son pequeños productores que poseen menos de 50 madres reproductoras.
⦁ El 26% son establecimientos medianos, unidades productivas que cuentan entre 50 y 500 madres reproductoras.
⦁ El restante 2% son grandes establecimientos que poseen más de 500 madres reproductoras.
Asimismo, es importante remarcar que en la cadena de producción porcina se entrelazan distintos eslabones:
⦁ Proveedores de insumos agropecuarios: proveedores de alimento balanceado; sanidad animal, entre otros.
⦁ Producción de genética porcina: cabañeros dedicados a la actividad biotecnológica.
⦁ Granjas porcinas: establecimientos pequeños, medianos y grandes dedicados a la cría, recría y/o invernada.
⦁ Proceso industrialización y agregado de valor: frigoríficos especializados en la faena porcina; elaboradores de chacinados, entre otras actividades industriales.
⦁ Servicios asociados: administración; logística; comercialización, entre otros servicios.
⦁ Cadenas de valor asociadas: industria de la alimentación; elaboración de cueros, cadena metalmecánica, entre otros.
Trabajo argentino vinculado a la cadena de valor porcina
Fuente: elaboración propia.
⦁ Estado de situación de la cadena porcina en 2024:
Según la Bolsa de Comercio de Rosario, los datos confirman una advertencia que se había realizado con anticipación: luego del récord productivo alcanzado en 2023, donde la faena alcanzó las 8,1 millones de cabezas, el 2024 cerró trece años años de crecimiento ininterrumpido, con una faena superior al promedio, pero por debajo del año pasado.
A continuación, se sintetizan las razones de dicho estancamiento:
⦁ Caída interanual de la faena, la producción y el consumo:
Según datos de la Secretaría de Bioeconomía, la faena comenzó a sufrir los efectos de la caída de la actividad económica. En este sentido, pudo apreciarse un descenso de la faena del 0,9% en enero del 2024, comparado con el año anterior. Asimismo, se evidenció una caída del 1,8% del consumo per cápita – promedio móvil (kg/hab/año) comparado con el 2023, cuestiones que se podrían agravar dado el contexto macroeconómico.
⦁ Balanza comercial:
En marzo de 2024 se exportaron 619 toneladas, un 8% menos que el mes anterior y un 14% menos que en marzo del año pasado. Del volúmen total, sólo el 23% es carne de cerdo, mientras que el resto son menudencias.
Elaborado por JLU Consultora en base a datos de AFIP-ADUANA.
Por otro lado, si bien las importaciones de carne porcina aumentaron de 904 toneladas enero a 1.137 toneladas en febrero, en marzo experimentaron un descenso a 803 toneladas. Por ende, aún no pudieron visualizarse las “ventajas” otorgadas por el gobierno (destinadas principalmente a las cadenas de supermercados), debido a la sobreoferta de mercadería. Sin embargo, si estos beneficios impositivos y cambiarios continúan, sumado al atraso en el tipo de cambio, las posibilidades de un crecimiento arrollador de las importaciones de carne de cerdo siguen siendo reales.
Elaborado por JLU Consultora en base a datos de AFIP-ADUANA.
⦁ Caída del resultado económico (margen neto) para los productores:
Otro de los indicios que marcan el estancamiento de la actividad porcina, está relacionado a la caída del resultado económico (margen neto) de los sistemas de producción porcina (tomando como referencia un sistema intensivo de capones de 500 madres – estimación teórica), donde se observa un fuerte deterioro en granjas porcinas en estos primeros meses del 2024, volviéndose uno de los peores registros en los últimos 9 años.
Fuente: elaboración propia en base a datos de IERAL – Fundación Mediterránea.
La caída del margen neto de los sistemas de producción porcina, se relaciona con el aumento de los costos productivos. En este sentido, el aumento de la sanidad en las granjas; los fletes; la energía, entre otros factores, inciden directamente en dicho sistema.
⦁ Consideraciones finales:
El crecimiento de la producción porcina y los incentivos generados para aumentar el consumo de carne de cerdo, formaron parte de una estrategia integral del gobierno nacional que potenció la cadena de valor de forma completa, a partir del año 2010. Dicha estrategia constó de un trabajo de articulación gubernamental y sectorial que contó con financiamiento para permitirle a la cadena porcina agregar valor en origen. Previo a esta situación, y particularmente durante la década del ’90, la actividad porcina había sufrido las consecuencias de un modelo neoliberal que había fijado el tipo de cambio entre el dólar y el peso bajo el marco de la Ley de Convertibilidad, lo que provocó un aumento del costo por kilo de carne de cerdo producido.
De continuar por el sendero económico planteado por el actual gobierno, la cadena de valor porcina podría sufrir las mismas consecuencias, lo que desembocará en una concentración de la cadena, la desaparición de miles de productores pequeños y medianos (98% del sector), y la desaparición de miles de puestos de trabajo. Por último, la caída de los ingresos que está sufriendo la población, repercutirá directamente en la producción y la oferta de la carne de cerdo.