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Aportes para una Política Exterior Feminista

GT Política Exterior Feminista

Introducción

La perspectiva de género constituye una herramienta analítica que nos permite dilucidar de forma crítica las estructuras socio-culturales de poder que se han construido históricamente en torno a los géneros, a raíz del sistema patriarcal predominante.

Dichas estructuras han permeado en todos los niveles de organización social de los Estados modernos, incluyendo aquellos pertenecientes a los ámbitos económicos, productivos, normativos y políticos, entre otros. La concepción, planificación y ejecución de la política exterior no es ajena a ello dado que, en palabras de María Cecilia Míguez, “(…) la política exterior constituye un área esencial, porque es donde se condensa el tipo de relación que el Estado establece con el mundo y con las potencias en especial, condicionante y condicionada por el proyecto económico, social y político interno que promueva. Por lo tanto, es un área profundamente imbricada con la política económica doméstica y con los procesos sociales y políticos internos1. Es debido a esa profunda interrelación que resulta esencial comprender cómo ese sistema patriarcal opera y se expresa a través de la política exterior. 

Sin embargo, previo a ello deben hacerse dos aclaraciones sustanciales: en primer lugar es necesario determinar la perspectiva geopolítica en la cual se inscribe este discurso, para en segundo lugar, abordar la interseccionalidad sistémica que resulta de la convergencia del patriarcado, el capitalismo y el colonialismo, los cuales sirven como ordenadores sociales, políticos y económicos de nuestra región. 

Geopolítica y pensamiento situado

Pensar(se) en clave geopolítica significa interpretar la realidad partiendo de la concepción de que ocupamos un espacio determinado. No solo en lo que refiere a sus recursos materiales y demás factores geográficos, sino también en relación a la cualificación del mismo en términos de su relación con otros actores políticos (fundamentalmente Estados) y los procesos estructurales que se atraviesan a nivel global. Dimensionar el espacio que habitamos – en términos históricos – nos sitúa en el mapa geográfico, y también político, de la proyección de intereses en disputa entre los actores del sistema internacional.

En este sentido, Methol Ferré nos invita a pensar a la geopolítica de forma situada. Es decir, ya no exclusivamente dentro de las fronteras políticas de la balcanización latinoamericana, sino -considerando a Latinoamérica- como una unidad regional: “(…) no hay pueblo en plenitud sin ‘autoconciencia política de su tierra’, la cultura latinoamericana, el pueblo latinoamericano -compuesto de todas nuestras patrias- requiere para su autoconciencia gestar también su ‘conciencia geopolítica’. Dejar de sentir sólo sus fragmentos, y también ‘totalizarse’”.

Este lente de análisis nos conduce a la conclusión de que somos parte de la periferia, entendida como subproducto de la historia del colonialismo occidental, proceso histórico que nos ha relegado y subordinado a los márgenes de un orden impuesto. Esta perspectiva nos permite dotar de legitimidad y nutrir la diversidad de nuestros propios discursos epistémicos, que son los que en definitiva nos habilitan a transformar la realidad al sentarse sobre la base de nuestra propia historia.

Lograr tal pensamiento no es un objetivo per se, sino también un trabajo constante en pos de ejercer y alcanzar la condición soberana. Ya que nuestra región es “(…) ese espacio que a la vez contiene y genera (…) un pensamiento capaz de comprenderlo y expresarlo2.

Por tal motivo, la perspectiva de género no basta como herramienta analítica si ésta no es a su vez complementada con un pensamiento situado en la realidad histórica nacional y latinoamericana, que conciba el lugar que nuestra región ha ocupado y continúa ocupando en las disputas geopolíticas de poder a nivel global. Solo así, podremos concebir una política exterior que responda a nuestros intereses nacionales y regionales en clave feminista.

Neoliberalismo, colonialismo, patriarcado: un enfoque intersistémico

La situacionalidad del pensamiento nos obliga a analizar cómo los distintos sistemas de opresión interseccionan entre sí y rigen nuestra conducta: el capitalismo – en su expresión actual como neoliberalismo -, el colonialismo y el patriarcado. 

La relevancia de definir este marco intersistémico es que nos permite entender la forma en que la desigualdad y las violencias por razones de género se expresan en América Latina en general y en Argentina en particular. La geopolítica de las desigualdades, tal como se expresa en la actualidad, responde a relaciones de poder forjadas y cimentadas en espacios temporales que trascienden nuestros días.

Las problemáticas de género interseccionan con las debilidades económicas estructurales e inestabilidad política propias de países de la periferia y semiperiferia, que son consecuencia del endeudamiento externo crónico, la fuga de divisas, la extracción y explotación de nuestros recursos naturales por potencias extranjeras y la inminente descapitalización de nuestros aparatos estatales. Los recursos disponibles que pueden destinarse a la transformación de las realidades sociales de nuestros pueblos son así escasos, y cuando no, descubrimos que son pocas las ocasiones en las que el Estado cuenta con un control tangible y real sobre los mismos.

Partiendo de esta realidad, es que van a surgir los puntos de contacto que tengamos que abordar de forma coordinada – y no injerencista – con los países de nuestra región, para identificar y romper los nudos estructurales de la desigualdad de género y la forma particular que tiene de expresarse en nuestros territorios.

¿Qué nos dice la experiencia internacional sobre la política exterior feminista?

Hasta la actualidad, son pocos los países que han anunciado de forma explícita la implementación de una política exterior feminista. Sumado a ello, ninguno de ellos posee el recorrido suficiente como para determinar sus logros efectivos en materia de política exterior.

A su vez, cabe aclarar que países como Chile, Dinamarca, Malasia o Nueva Zelanda, entre otros, han incorporado la perspectiva de género para la formulación de la política exterior de sus Estados, pero no necesariamente han articulado una fundamentación epistemológica de sus políticas. 

A continuación, se abordarán tres casos de formulación de una política exterior feminista en los que se ha estipulado algún tipo de registro documental que explicita su visión al respecto. De esta manera, no se busca realizar un estudio comparativo de de sus políticas, sino más bien analizar sus enfoques, dónde se inscriben, bajo qué concepciones y a qué lógicas responden. De esta manera, extraer, de forma crítica y situada, aportes para la concepción de una política exterior feminista propia.

  • Suecia

En octubre del año 2014, Suecia anuncia el lanzamiento de una política exterior feminista, transformándose así en el primer país del mundo en hacerlo. 

Ese mismo año se celebraron elecciones generales en el país nórdico. En septiembre, el dos veces Primer Ministro Fredrik Reinfeldt y la alianza de un grupo de partidos de centroderecha pierden las elecciones ante una coalición conformada por el Partido Socialdemócrata, el Partido Verde y el Partido de la Izquierda3. De esta forma, Stefan Löfven se convierte en Primer Ministro, y junto con él asume una nueva Ministra de Relaciones Exteriores, Margot Wallström. La designación de Wallström – quien ya se había desempeñado como la primera Representante Especial de las Naciones Unidas sobre la violencia sexual en los conflictos entre el 2010 y 2012 – puede entenderse como parte de un escenario electoral en donde la igualdad de género se había convertido en parte importante de la agenda política interna de Suecia.

Sin embargo, el salto a una política exterior feminista fue considerado por el gobierno sueco como una estrategia que forma parte integral de su política nacional en materia de igualdad de género. Al respecto, destacan el Acta de Aborto promulgada en 1974 y la Ley de Igualdad de Género de 1991, así como la integración de la perspectiva de género como metodología de trabajo del quehacer político (que afectó incluso a asignaciones presupuestarias de la administración central). 

El primer documento oficial en materia de política exterior fue el Plan de acción para una política exterior feminista 2015-2018 del Servicio Exterior de Suecia, cuya elaboración coincidió con el decimoquinto aniversario de la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

En el Plan se estipula a la igualdad de género como un objetivo en sí mismo, pero siendo a su vez esencial para la consecución de los objetivos generales de la política exterior sueca: la paz, la seguridad y el desarrollo sustentable. Todos ellos en consonancia con los problemas a los que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI, acorde a lo estipulado por la Organización de las Naciones Unidas.

Son seis los objetivos a largo plazo que guían el accionar de la política exterior feminista del Ministerio de Relaciones Exteriores de Suecia:

  1. Pleno disfrute de los derechos humanos;
  2. Erradicación de la violencia física, psicológica y sexual;
  3. Participación en la prevención y resolución de conflictos y en la consolidación de la paz;
  4. Participación política e influencia en todos los ámbitos de la sociedad;
  5. Derechos y empoderamiento económico;
  6. Salud y derechos sexuales y reproductivos (SDSR).

Desde el 2017, se incorpora un séptimo objetivo referido específicamente al marco interno de la labor del Servicio Exterior de Suecia: quienes lo conforman deben actuar de forma consecuente con la política exterior feminista, a partir de la implementación de ciertos métodos de trabajo. El Plan otorgó a Suecia la posibilidad de presentarse como vanguardia en la materia, permitiendo así su elección como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas por el período 2017-2018. 

Sin embargo, es recién en el año 2018 cuando se sientan las bases de lo que constituye su visión o enfoque respecto de una política exterior con perspectiva de género, a partir de la publicación del “Manual de Política exterior feminista de Suecia”. En dicho texto se consolida el hilo conductor de la política exterior feminista sueca, consolidadando su estrecha vinculación al marco internacional vigente en materia de género y derechos humanos promulgado por la Organización de Naciones Unidas.

Bajo su política, el Servicio Exterior sueco, en todas sus áreas, pretende esforzarse por consolidar los derechos (eje legalista), la representación (eje paritario) y los recursos (eje material) de todas las mujeres y niñas sobre la base de la realidad en la que viven, a partir de la implementación de un análisis interseccional, entendido como la adecuada ponderación de las distintas condiciones de vida, niveles de influencia y necesidades de las personas.

Entre las acciones que buscan promover a través de su política exterior, pueden destacarse la ayuda humanitaria en materia de financiamiento, créditos a través de bancos de desarrollo mundiales para el “empoderamiento” de las mujeres, utilización de fondos financieros para el cambio climático, entre otros. Sumado a ello, la política exterior feminista sueca sostiene la securitización de una agenda global en términos exclusivamente militares, haciendo del fenómeno del terrorismo un eje clave.

A lo largo de la historia, este tipo de herramientas solo han demostrado la perpetuación de las estructuras vigentes de opresión, así como el condicionamiento de los modelos de desarrollo productivo de los países periféricos. Esta aproximación liberal cosmopolita a la política exterior feminista reproduce relaciones de poder existentes, incluyendo relaciones de poder entre los géneros. La política exterior feminista de Suecia muestra cómo los Estados occidentales traducen las normas internacionales a las que suscriben, en su propio beneficio, al producir narrativas estratégicas que les permiten avanzar con sus intereses, usando herramientas que se conocen con el nombre de “poder blando”.

  • Canadá

En junio del año 2017, Canadá presentó su Política de Asistencia Internacional Feminista (FIAP). La misma tiene como objetivo principal la erradicación de la pobreza en el mundo como meta para la consecución de la paz. Para ello estiman necesario abordar la desigualdad, específicamente en lo que respecta a materia de género.

La política canadiense también coincide con la llegada al gobierno del Primer Ministro Justin Trudeau y su agenda en materia de género, así también como el establecimiento de un gobierno paritario. 

Tal como su nombre lo indica, la política exterior canadiense en materia de género es esencialmente asistencialista, dirigida a otorgar ayuda humanitaria a países en desarrollo. De esta forma, es el Ministerio de Desarrollo Internacional4 – cuyo objetivo principal es el de canalizar los esfuerzos internacionales de asistencia humanitaria, para el desarrollo, la paz y la seguridad.- quien se encuentra a cargo de la ejecución de la FIAP.

En la práctica, la política exterior canadiense no concibe modificaciones en los montos presupuestarios asignados a los distintos programas implementados en el exterior, sino que en realidad implica un cambio de énfasis en los criterios por los cuales son asignados. Al concebir a la desigualdad de género como una de las causas estructurales que hacen a la pobreza, Canadá propone orientar la mayor parte de sus recursos a eliminar las brechas que resultan un impedimento a la igualdad de género. 

La FIAP está organizada temáticamente e incluye seis áreas prioritarias a semejanza de la agenda sueca:

  1. Igualdad de género y empoderamiento de las mujeres y las niñas. 
  2. Dignidad humana, que abarca la acción humanitaria, la salud y la nutrición, y la educación.
  3. Crecimiento que funcione para todos, que se centra en áreas como la agricultura sostenible, las tecnologías verdes y las energías renovables.
  4. Medio ambiente y acción climática, centrándose en la adaptación y la mitigación, así como en la gestión del agua.
  5. Gobernanza inclusiva, incluida la democracia, los derechos humanos, el estado de derecho y la buena gobernanza.
  6. Paz y seguridad, promoviendo procesos de paz inclusivos y combatiendo la violencia de género.

Es más bien la elección de estos criterios, y no tanto su contenido genérico lo que muestra el enfoque que aplica Canadá respecto de su política exterior con perspectiva de género. A su vez, todo el documento dispone una orientación marcada por los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de Naciones Unidas para el 2030, mostrando una vez más, al igual que en el caso de Suecia, el acoplamiento a las agendas globales.

En el año 2020, Global Affairs Canada lanzó un proceso de diálogo para alimentar la elaboración de un Libro Blanco sobre la política exterior feminista de Canadá. El texto incluye una proposición de principios, entre los cuáles se conciben las nociones de interseccionalidad junto con las de colonialismo.

Sin embargo, cabe recordar que Canadá – como resultado de un colonialismo británico y francés – aún es objeto de múltiples denuncias de derechos humanos en torno a sus pueblos originarios.

Un enfoque interseccional requiere desmantelar los legados coloniales que continúan vigentes hoy en día a través de las estructuras económicas, socioculturales y políticas que perpetúan la violencia colonial. Es decir que el análisis interseccional debe ser necesariamente decolonial. Las categorías de género deben pensarse como subproductos del patriarcado y su interacción con las categorías de raza y etnia como subproductos de los órdenes coloniales, y de clase como subproducto del sistema capitalista y neoliberal. Si no se aborda dicha complejidad, una politica exterior feminista solo se integra a las estructuras existentes, sin ánimo de transformarlas.

  • México

México es el primer país de Latinoamérica en formular una política exterior feminista en el año 2020. No se debe pasar de largo el hecho de que el primer anuncio de su intención fuera realizado por la Cancillería mexicana durante la septuagésima cuarta sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas en el año 2019. Y que de la misma forma que Suecia, es uno de los factores que se utilizó para obtener su actual puesto como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.

El gobierno mexicano planteó una estrategia para el período 2020-2024 coordinada por la Subsecretaría de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de su Servicio Exterior, que se centra en dos temas principales: la violencia contra las mujeres y la participación política.

Ello queda explícitamente plasmado en sus cinco principios:

  • Política exterior con perspectiva de género y liderazgo internacional en materias de igualdad sustantiva.
  • Una Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) paritaria que incluya mejoras organizacionales para un ambiente y desarrollo igualitario.
  • Una SRE libre de violencia y segura para todas con políticas sólidas hacia la erradicación de la violencia de género.
  • Visibilización del personal femenino de la SRE. 
  • Una SRE feminista interseccional. 

Tres de los ejes abogan por aumentar los índices de paridad hacia dentro de las estructuras de la Cancillería. Si bien la búsqueda por la representatividad paritaria es absolutamente necesaria dado que pone en evidencia las normas masculinas informales en los ámbitos de poder, debe considerarse que dichas políticas por sí mismas sólo contribuyen a dar una sensación de igualdad aunque no necesariamente modifiquen las estructuras de poder.

Si bien México posee una gran trayectoria internacional en materia de género, al mismo tiempo es uno de los países con los mayores índices de femicidios y violencia institucional contra las mujeres y disidencias. Por ello, el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de las Naciones Unidas estableció la obligación de que México emita cada dos años informes al respecto, y no cada cuatro como el resto de las naciones, obligación que fue estipulada un año antes de que México anuncie su PEF.

A pesar de que México aborda la interseccionalidad de una forma más compleja y situada que los casos previos, al introducir elementos propios de su cultura, aún  persiste el hecho de que el discurso dista mucho de la realidad. Sin embargo, México no puede medirse con los mismos parámetros que Suecia o Canadá, ya que contrario a dichos países, es parte de la periferia. Las estrategias que plantee México van a ser muy distintas, o al menos tienen que serlo, si verdaderamente quieren lograr cambios estructurales. Y por supuesto, muchas de ellas van a implicar una acción mancomunada entre los países de América Latina, salvaguardando las diferencias particulares de cada uno de ellos.

Aportes para una política exterior soberana y feminista

Situarse y habitar la periferia como espacio geopolítico implica comprender la dependencia económica, política y estratégica de nuestra región – producto de las estructuras coloniales heredadas que aún continúan vigentes – de los lineamientos y reglas de juego que establecen los actores que concentran el poder en el tablero mundial. 

El debate que introducimos con la política exterior feminista se inscribe en uno mucho mayor, que hace en definitiva a nuestra condición de soberanía. Porque de otro modo, la falsa pretensión de objetividad separa al conocimiento de la coyuntura histórica y de los procesos que hicieron y hacen a esa historia. Determinar la condición de país periférico que ocupamos en el mundo y el complejo entramado intersistémico sobre el cual nos movemos, nos obliga a preguntarnos qué acciones vamos a desarrollar e impulsar a través de nuestra política exterior para poder aumentar nuestros márgenes de autonomía y trabajar en función de poner en marcha un modelo de desarrollo productivo inclusivo, justo y a largo plazo. Para ello, necesariamente deberá abordar cómo se expresan las problemáticas de género en nuestro país y región.

Al ser constantemente vulnerada, la defensa activa de la soberanía constituye una necesidad para la periferia. De esta forma, nuestra soberanía, es espejo del pueblo que somos y queremos ser. Para ello es importante que cada uno de los individuos que lo compone tenga la libertad de ser y expresarse como iguales, de construirse y manifestarse, de mostrarse e identificarse y de ser identificadxs como sujetos válidos de una soberanía política propia. 

Concebimos que para ello debemos basarnos en una política exterior feminista. No por alinearnos y responder a un marco ideológico particular imperante que constituya la norma, sino porque entendemos la necesidad de internalizar y hacer carne nuestra propia postura, que responda a nuestros intereses y realidades. Por ello, el primer paso que debemos dar al hablar de feminismo es preguntarse: ¿Qué feminismo? Abordar la conceptualización y construcción de una política exterior feminista requiere indefectiblemente, dar una respuesta a dicha pregunta.

La Política Exterior Soberana y Feminista tiene por fin hechar luz y abordar aquellas realidades subalternas de la periferia en donde más se cimentan las estructuras de poder que hacen a las desigualdades de género. Ya que sin justicia feminista, no hay justicia social.

1Míguez, M. C. (2013) Los partidos políticos y la política exterior argentina. Editorial Ariel.

2Casalla, M. (2011) América Latina en perspectiva. Dramas del pasado, huellas del presente. Editorial Ciccus.

3Hacemos mención particular al hecho de que el partido ‘Iniciativa Feminista’ obtuvo, en el 2014, los mejores resultados electorales desde su creación en el 2005. Y si bien no alcanzó a obtener un asiento en el parlamento sueco, sí obtuvo bancas en diversos municipios.

4El servicio exterior de Canadá (conocido como Global Affairs) sufrió sucesivas modificaciones en las últimas décadas hasta finalmente componerse de tres ministerios: Asuntos Exteriores, Comercio Internacional y Desarrollo Internacional

-Bibliografía:

Míguez, M. C. (2013) Los partidos políticos y la política exterior argentina. Editorial Ariel.

Míguez, M. C. Apuntes histórico-conceptuales para la clasificación de la política exterior argentina de la posguerra hasta la actualidad. 

Methol Ferré, A. (1984) ¿Por qué geopolítica? En Revista Nexo, I, 3, p. 4.

Casalla, M. (2011) América Latina en perspectiva. Dramas del pasado, huellas del presente. Editorial Ciccus.

Romero, L. (2021) Una política exterior feminista en Canadá, México y Suecia. Esglobal. 

Swedish Foreign Service action plan for feminist foreign policy 2015–2018 including focus areas for 2017. Government Offices of Sweden. Ministry for Foreign Affairs. Disponible en: 

https://www.peacewomen.org/sites/default/files/Swedish%20Foreign%20Service%20action%20plan%202017.pdf

Sweden’s feminist foreign policy Examples from three years of implementation. Government Offices of Sweden. Ministry for Foreign Affairs. Disponible en:

https://www.government.se/4ab455/contentassets/654bcc72d8f44da087386b4906043521/swedens-feminist-foreign-policy–examples-from-three-years-of-implementation.pdf

Manual Política exterior feminista de Suecia. Government Offices of Sweden. Ministry for Foreign Affairs. Disponible en: https://www.government.se/492c36/contentassets/fc115607a4ad4bca913cd8d11c2339dc/handbook—swedens-feminist-foreign-policy—spanish.pdf 

The Swedish Foreign Service action plan for feminist foreign policy 2019–2022, including direction and measures for 2021. Government Offices of Sweden. Ministry for Foreign Affairs. Disponible en: 

https://www.government.se/49700e/contentassets/9992f701ab40423bb7b37b2c455aed9a/utrikesforvaltningens-handlingsplan-for-feministisk-utrikespolitik-2021_eng.pdf

Canada’s Feminist International Assistance Policy. Government of Canada. Global Affairs Canada. (2017) Disponible en:

https://www.international.gc.ca/world-monde/assets/pdfs/iap2-eng.pdf?_ga=2.265067785.741387066.1635627023-938541217.1621804238

La Política Exterior Feminista del Gobierno de México. Subsecretaría para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos. Disponible en: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/576095/Presentacio_n_PEF_baja.pdf  

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