Por Vazquez del Faro
La performance macroeconómica argentina en los últimos años ha sido francamente pobre. Esto se acentúa cuando se analizan variables ligadas al plano internacional. Las cuentas nacionales del sector externo han arrojado déficits que permitieron un masivo drenaje de divisas de nuestra economía, y desde el OCIPEx diversos autores e informes han dado cuenta de los rojos externos en materia financiera. Aquí nos ocuparemos del intercambio de bienes entre la Argentina y el mundo en los últimos dos años: La balanza comercial.
Cada dólar, euro o yen que se exporta al mundo es trabajo argentino que se crea en el país. En el año 2018 la Argentina exportó trabajo al mundo por valor de U$ 61.621 mil millones y compró trabajo extranjero en forma de importaciones por U$ 65.441 mil millones, esto arrojó un déficit de balanza de U$ -3.820 mil millones.
El desbalance negativo para el comercio argentino con el mundo que se registró en el año 2018 fue el tercer peor saldo comercial de los últimos 20 años. Si nos remontamos a datos históricos de la balanza comercial argentina, el resultado negativo del año pasado recién es superado por el desbalance comercial de 1998, cuando se registró un déficit de U$ 4.900 mil millones. El récord de déficit comercial desde el año 1998 corresponde al desbalance de 2017 un rojo comercial tan grande que empequeñece al de 2018: U$ -8.309 millones.
En conjunto, los años 2017 y 2018 drenaron de la economía argentina un total de U$ 12.190 mil millones en concepto de déficit comercial, un valor absolutamente inédito. En la historia económica argentina reciente (desde 1980) no existe un bienio tan paupérrimo en términos comerciales.
Ahora bien, este déficit comercial récord ¿Se trató de un fenómeno regional? ¿La Argentina estuvo frente a un escenario adverso generalizado en el “barrio”? La mejor forma de contestar esta pregunta es comparando la performance comercial de nuestros vecinos, quienes poseen una estructura productiva bastante similar. Si vamos a los datos comerciales transandinos, podemos ver que en el año 2018 Chile no sólo no registró déficit comercial, sino que le vendió al mundo más bienes y servicios de los que le compró, obteniendo un superávit comercial de U$ 5.738 millones. Perú, por su parte, también reportó un balance positivo de sus ventas al exterior arrojando un superávit de U$ 7.049 millones. Cabe plantearse la posibilidad de que el rojo comercial argentino haya sido un problema propio del MERCOSUR, que muchos demonizan pero nadie se atreve a desmantelar, pues en 2018 Brasil registró un superávit comercial que casi triplicaría las reservas de nuestro banco central: U$ 58.000 millones.
No hace falta decir que las cifras de los años 2017 y 2018 demuestran la falta de efectividad de las políticas del gobierno argentino para mejorar la inserción del trabajo y el valor agregado argentino al mundo, al tiempo que evidencian un aumento indiscriminado de las importaciones de nuestro país. No obstante, el pobre resultado comercial externo argentino del último año –que como vimos significó un éxodo de divisas de nuestra economía por casi U$ 4.000 millones- es interesante notar que algunos productos que la Argentina comercia con el exterior “zafaron” de la tendencia negativa y registraron más que considerables aumentos.
Como se ve en el gráfico anterior, un conjunto de solo 8 productos entre los más de 3.000 que exporta la República Argentina al mundo registró aumentos porcentuales de sus ventas al exterior de entre 38% y 240%. Esta acotada canasta de productos que quebró la tendencia bajista de las ventas argentinas al exterior, representa un total de U$S 7.919 mil millones, apenas el 12,9% de las exportaciones argentinas en el año 2018.
De entre la pequeña canasta de productos que vieron aumentar exponencialmente sus ventas al exterior en un contexto de franco retroceso de inserción productiva nacional en el mundo, sólo los productos lácteos constituyen un sector con cierto valor agregado que además genera una economía regional, el resto son productos primarios que en algunos casos no renovables: petróleo crudo, combustibles, gas y otros hidrocarburos y carburantes. De hecho, de los ocho productos que registraron mayores aumentos en sus exportaciones, cuatro corresponden al sector del “Petróleo y Gas”. Tal es así que el rubro “Combustibles y Energía” ha aumentado sus exportaciones más del 100% entre los años 2016 y 2018, siendo el área del comercio exterior argentino que mayor crecimiento porcentual registró en comparación con los otros tres “grandes rubros” del comercio exterior argentino, a saber: Manufacturas de Origen Industrial, Manufacturas de Origen Agropecuario y Productos Primarios.
No es casualidad que el aumento de las exportaciones de carnes, lanas y algodón nos haga pensar en un escenario de inserción comercial estilo Siglo XIX. Recordemos que para el año 1.886 en la Argentina había un stock lanar de 108 millones animales y en la década del 90 del Siglo XIX las exportaciones de lana representaban el 24% del total de ventas argentinas al exterior, mientras que las de carne constituían más del 40%.
En resumen: Reducción de ventas globales de productos y servicios argentinos al exterior, concentración de la canasta exportadora, primarización y una estrategia que atrasa, ya no varias décadas sino siglos.