Por Vázquez del Faro
Entre las numerosas y grandilocuentes promesas de campaña esbozadas por Cambiemos en la campaña del 2015, la correspondiente al eje de política exterior se expresó bajó la fórmula de “inserción inteligente en el mundo”. Desde el macrismo afirmaban que el nuevo plan de gobierno redundaría en un aumento exponencial de las exportaciones, capaz de transformar a la Argentina en el “supermercado del mundo” (eufemismo para hacer referencia al aumento de las exportaciones de alimentos, bebidas y productos agroindustriales) y que el clima de negocios resultante alentaría la famosa “lluvia de inversiones”. Sin embargo, un breve repaso de las cifras de comercio exterior y flujos de inversión permitirá comprobar que lo que ocurrió dista mucho de ese horizonte trazado al fragor de los flashes y los globos amarillos.
A partir del año 2016 se registra un descenso generalizado en las exportaciones argentinas. Como muestra el siguiente gráfico, todavía no se ha logrado recuperar el nivel promedio de exportaciones totales de los años previos a este gobierno, habiendo sido las exportaciones del año 2018 un 12,4% menores al promedio de los años 2012-2015, siendo que las ventas externas de 2016 y 2017 fueron incluso peores a las de 2018. Esto se dio en un escenario en el cual el comercio global y las exportaciones totales en el mundo vieron un aumento del 16% entre el año 2015 y el año 2018 (Fuente: COMTRADE).
Como analizamos en un artículo anterior, los déficits comerciales de los años 2018 y 2017 fueron de los peores de los últimos 20 años. Esto se debió a dos fenómenos simultáneos: por un lado la pronunciada baja de las exportaciones y, por el otro, el aumento descontrolado de las importaciones.
Durante el período de gobierno de Cambiemos también se registró un abrupto descenso en la venta de manufacturas de origen industrial al exterior. Como se ve en el siguiente gráfico, recién se registró una “recuperación” de las exportaciones industriales para el año 2018, “recuperación” tan tibia que todavía está 12% debajo del promedio 2012-2015. En otro artículo en OCIPEx ya habíamos analizado el brutal descenso de las exportaciones de autos y camionetas, fenómeno que insólitamente coexiste con la decisión oficial de subsidiar la venta de autos importados de alta gama.
¿Qué sucede en el caso de las exportaciones agroindustriales? En primer lugar, estos son los productos que deberían llenar las góndolas del “supermercado del mundo”: Vinos y demás bebidas alcohólicas, bebidas no alcohólicas, aceites, harinas, jugos de frutas, frutas secas, panificados, enlatados, carnes de todo tipo, embutidos, leches, yogures y quesos, golosinas, etc. Puro valor agregado a los productos agropecuarios. En este rubro estratégico para el gobierno –y para cualquier política seria de industrialización y generación de valor- los resultados también fueron negativos, con el agravante de que las exportaciones del año 2016 fueron más bajas que el promedio 2012-2015, pero las del año 2017 y 2018 fueron aún más bajas que las del año 2016, evidenciando una tendencia negativa consolidada como se ve en el gráfico más abajo.
En materia de socios comerciales la Argentina también dio varios pasos hacia atrás perdiendo mercado –entre otros- en sus cuatro principales compradores en el exterior. Entre el año 2015 y el año 2018 se produjo un verdadero derrumbe en las ventas en los tres mayores compradores de productos argentinos: Brasil, China y los EEUU, mientras que también descendieron los envíos a Chile (cuarto mayor mercado de exportación de Argentina). En total, entre 2015 y 2018, se registró una pérdida de más de U$S 5.700 millones en las exportaciones a esos cuatro destinos.
En definitiva, las exportaciones argentinas en el trienio 2016-2018 tuvieron una performance realmente decepcionante, produciéndose un retroceso a nivel de volumen y mercados en simultáneo, mientras se aumentó el déficit de forma extremadamente peligrosa.
Ahora bien ¿Qué sucedió con las inversiones extranjeras en la Argentina durante el mismo período? La a Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional (AAICI) anuncia en su página oficial que desde diciembre de 2015 a mayo de 2019 se han anunciado inversiones en el país por más de U$S 145.000 millones. Lamentablemente para la Argentina, la realidad se aleja bastante de esos anuncios: según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD por sus siglas en inglés) en los 36 meses transcurridos entre enero de 2016 y diciembre de 2018 el país recibió inversiones extranjeras directas (IED) por sólo U$S 26.000 millones, lo que significa que se han convertido en inversiones extranjeras reales una fracción menor al 20% de los anuncios.
El promedio anual de IED del período 2016-2018 fue de U$S 8.979 millones, lo que representó una retracción del 14,4% en comparación al promedio anual del período 2012-2015, que fue de U$S 10.492 millones.
De hecho, la IED del año 2016 –el año del inicio de la supuesta “lluvia de inversiones”- fue de apenas U$S 3.260 millones lo que significó uno de los valores más bajos de los últimos 20 años. Recién en el año 2003 se puede ver un valor inferior. Si obviamos los años de la crisis (2001,2002 y 2003) no se ve un valor tan bajo de IED como el de 2016 desde 1993 (U$S 2.793 millones), lo que demuestra las limitadas inversiones realizadas en el año de la lluvia.
Está comprobado que existe una fuerte relación entre el aumento cuantitativo y sobre todo cualitativo de las exportaciones y el crecimiento económico. En la misma línea, la historia reciente demuestra que no ha existido una experiencia de crecimiento económico sostenido y significativo en el mundo sin la presencia de un sector exportador dinámico. Al mismo tiempo, las inversiones extranjeras son una herramienta ineludible para la ampliación de las capacidades productivas, económicas y comerciales de cualquier país. Sin embargo, en estos tres años el gobierno, Cambiemos ha deteriorado la performance exportadora y la capacidad de la economía argentina para generar confianza y atraer Inversiones Extranjeras Directas. Una verdadera inserción no-inteligente en el mundo