Autora: Agustina Sánchez Beck
Informe realizado por el Grupo de Trabajo Eurasia y el Grupo de Trabajo Sectores Estratégicos del Observatorio de Coyuntura Internacional y Política Exterior
El presente informe tiene como objetivo echar luz sobre el sector espacial argentino. Nuestro país es reconocido mundialmente por sus capacidades en dicha área. Con la puesta en órbita en 2014 del satélite geoestacionario ARSAT 1, nos convertimos en el primer Estado latinoamericano en contar con un satélite propio de estas características (Mosle, 2014). A su vez, nos transformamos en el octavo país del mundo en dominar esta tecnología, junto con Estados Unidos, Rusia, China, Japón, Israel, India y la Unión Europea. (Mosle, 2014)
En el caso argentino, se logró un encadenamiento de diversos actores dentro del ecosistema de la industria espacial. Esa sinergia positiva, generó un entramado de oportunidades, como la conformación de pymes de base tecnológica y la diversificación de actividades de empresas, como la rionegrina INVAP, que incursionó en la fabricación de radares a partir de la actividad satelital. Dicho proceso da lugar a la conformación de puestos laborales genuinos, diversifica la estructura productiva, sustituye importaciones y genera divisas por medio de la venta de servicios satelitales.
A su vez, la información obtenida de nuestros satélites se traduce en una mejora directa del bienestar social. (Migliorati et. al, 2019) Satélites de observación como los SAOCOM, permiten la optimización de recursos en la producción agrícola; previenen emergencias ambientales, a través del diseño de mapas de riesgo de inundaciones; de incendios y de enfermedades de cultivos, al tiempo que proporcionan información acerca de los recursos y la pesca ilegal en el Mar Argentino. Satélites de telecomunicaciones como los ARSAT, brindan un mayor y mejor servicio de conectividad inalámbrica, incluso en regiones remotas en las cuales no es posible llegar a través del tendido de fibra óptica. Brindan servicios de televisión, telefonía, transmisión de datos e internet en todo el territorio nacional y comercializa sus servicios en Chile, Paraguay y Uruguay.
Simultáneamente, el sector científico tecnológico nacional estuvo influenciado por los vaivenes políticos de nuestro país. La agenda del “pensamiento latinoamericano en ciencia, tecnología y desarrollo” fue clausurada en los ‘70 por la llegada del proyecto de globalización neoliberal a la región y el inicio de procesos de desindustrialización, financierización y endeudamiento. La operación ideológica neoliberal difundió un nuevo paradigma político-epistemológico, que estuvo basado en la privatización y mercantilización del conocimiento; la deshistorización y homogeneización de las periferias como estrategia para la producción de diagnósticos y soluciones genéricas (o “recetas”); y la difusión de categorías ajenas a los procesos de desarrollo socioeconómico de los países de la región. Este paradigma puede advertirse en las políticas ejecutadas durante la última dictadura cívico-militar-eclesiástica (1976-1983), las dos administraciones de Carlos Saúl Menem (1989-1999) y el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019).
En contraposición, durante el período 2003-2015, la política de ciencia y tecnología estuvo orientada a la reconstrucción de capacidades estratégicas nacionales, con el Estado como articulador del Sistema Nacional de Innovación (Loray, 2016) De esta manera, se creó el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCyT), en diciembre de 2007. En el área espacial se impulsaron proyectos como: el desarrollo de la familia de Satélites Argentinos de Observación con Microondas (SAOCOM); la construcción inicial de tres satélites geoestacionarios de telecomunicaciones; la puesta en órbita dos de ellos, el ARSAT-1 en 2014 y el ARSAT-2 en 2015; el resurgimiento de un programa que permita el acceso al espacio; y la inauguración del CEATSA en 2010 para poder realizar la etapa final de pruebas satelitales en suelo nacional. También se produjo la conformación de instrumentos de promoción y financiamiento de la innovación (Loray, 2016), la repatriación y formación de recursos humanos, como el programa Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior (RAÍCES). Por último, cabe destacar que la construcción de nuestro propio vector de lanzamiento es fundamental para que Argentina posea el “ciclo espacial” completo. (Bär, 2021) En la actualidad, contamos con la capacidad de diseñar, producir y testear satélites en el país.
Resta finalizar el lanzador propio, para no depender de terceros en la puesta en órbita. La finalización del Proyecto Tronador III, ejecutado por la empresa VENG SA, convertirá a la Argentina en uno de los 11 países con capacidad de lanzar al espacio sus propios satélites. (Mary, 2020)
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