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Cambiemos quiere ser el campeón mundial de la flexibilización laboral

Una de las principales reformas estructurales que se propuso impulsar la Alianza Cambiemos desde que asumió el gobierno en diciembre de 2015 fue la reforma laboral. El relato PRO afirmaba que para “volver al mundo” y recibir la denominada “lluvia de inversiones” era necesario contar con regulaciones laborales y salarios “más competitivos”. El oficialismo abrevaba en la idea de dejar atrás el -supuestamente ineficiente- modelo de desarrollo mercadointernista de base industrial, en favor de un esquema fundado en la exportación de productos primarios y la provisión de servicios. Como ya hemos afirmado desde el OCIPEx, para avanzar en esta línea de reformas, el gobierno buscó apoyo en organismos internacionales como la OCDE y el FMI, cuyas recomendaciones y condicionalidades sistemáticamente ponen el acento en la flexibilización de derechos laborales como un factor excluyente de “competitividad”. Sin embargo, como describiremos a continuación, nada indica que la sanción de una nueva reforma laboral en la Argentina tenga los resultados esperados por Cambiemos.

La reforma laboral que quiere aplicar el gobierno de Macri tuvo su primer impulso con la victoria obtenida en las elecciones de octubre de 2017, como parte de un paquete legislativo que incluyó sendas reformas en materia previsional y tributaria. Sin embargo, el gobierno de Cambiemos no es el único que va en búsqueda de flexibilizar y amputar derechos a los trabajadores. Brasil (2017), y Francia (2018) no representan casos aislados, sino que, actualmente, una parte importante de las élites gobernantes está dispuesta a reducir los niveles de vida y los derechos laborales de su población para sostener la rentabilidad de las corporaciones transnacionales. Según una investigación de Juan Pablo Bohoslavsky, Experto Independiente del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, entre 2010 y 2015 se emprendieron reformas laborales “en nada menos que 89 países, de los cuales más de la mitad (49) eran países en desarrollo. Asimismo, según la información de que se dispone, 130 países, de los cuales más de dos terceras partes (96) eran países en desarrollo, habían procedido o estaban contemplando recortar o fijar límites máximos a los salarios del sector público” [1]. A su vez, 38 países de altos ingresos impulsaron medidas de flexibilización laboral, reforma de las negociaciones mínimas y reducción del salario mínimo [2].

En este cínico campeonato mundial de la flexibilización que hoy se juega a nivel mundial, el gobierno de Macri se anota para ser uno de sus competidores. El presidente repite constantemente que “el alto costo laboral frena inversiones y las altas indemnizaciones impiden tomar nuevos empleados” [3]. Sin embargo, un estudio de la International Labour Organization, la Universidad de Columbia y The South Centre First, explica que no hay una relación directa entre precarización laboral, aumento de las inversiones y generación de nuevos empleos. La evidencia recolectada por este grupo de investigadores también señala que, “en un contexto de contracción económica, la flexibilidad del mercado laboral es más proclive a generar precarización, caída de los ingresos domésticos y, por lo tanto, de la demanda agregada, lo que en suma antagoniza los esfuerzos de recuperación de la crisis. Incluso en las economías orientadas a la exportación, las políticas de flexibilización no conducen a mayores ingresos y empleo; más bien, el resultado final es contractivo” [4].

Un ejemplo elocuente de los efectos económicos regresivos que provoca la flexibilización laboral puede hallarse en la reforma trabalhista adoptada por Brasil en 2017. Entre otras previsiones, la normativa impulsada por Temer habilita la negociación individual para fijar regímenes que incluyan 12 horas de labor continuada por 36 de descanso; la creación de contratos de trabajo intermitente que desregulan, reducen o flexibilizan sistemas de derechos laborales en materia salarial, descanso, y licencias laborales; autoriza la tercerización en cualquier etapa del proceso productivo; elimina el impuesto sindical obligatorio; y permite la remuneración en especies en el empleo rural, legalizando relaciones de trabajo cuasi esclavistas [5]. Sin embargo, en el primer trimestre de 2018 hubo un incremento de 1,3 puntos de desempleo con respecto al último trimestre de 2017, cuando se estableció en 11,8 por ciento [6], y contradiciendo los dogmas neoliberales, en 2017 la inversión extranjera directa disminuyó casi un 10% con respecto a 2016 [7].

En esta misma línea, si en el plano doméstico contrastamos el modelo económico del gobierno pasado y el de Cambiemos con respecto a la relación entre captación de divisas en el exterior y la generación de empleo, vamos a encontrar datos reveladores. Según una investigación reciente de Sebastián Fernández y Mariano Kestelboim publicada en Página/12, “en términos de rendimiento de ambos modelos en la generación de empleo asalariado privado, el esquema kirchnerista fue 84 veces más potente, dado que, por año, con un “viento de cola” de 12.544 millones de dólares consiguió generar 235.319 empleos en el sector privado en relación de dependencia y, en el modelo M, con 56.149 millones de dólares, apenas se generaron 12.579 empleos anuales. En definitiva, en el modelo K por cada 53.306 dólares de “viento de cola”, originó un empleo asalariado privado, mientras que la relación en el modelo M fue de 4.461.256 dólares de “viento de cola” por cada empleo creado” [8].

En suma, el gobierno se propone ofrecer salarios más baratos con leyes laborales más regresivas como garantía de inversiones que, hasta el momento, han sido mayoritariamente financieras y a cortísimo plazo (en buen criollo, especulativas).  Y es que, a contramano de lo sostenido por la ortodoxia neoliberal, las condiciones para asegurar la inversión productiva de mediano plazo en Argentina son, ante todo, la estabilidad macroeconómica, social y política, lo cual sólo puede conseguirse a partir de un mercado interno sólido y pujante. Si se debilitan la capacidad de consumo de los trabajadores y sus condiciones de trabajo, solo se van a agudizar las tensiones sociales y se profundizará la crisis económica que actualmente atraviesa el país.

[1] Recuperado de http://www.fes.org.ar/informe%20Bohoslavsky.pdf

[2] Recuperado de http://www.social-protection.org/gimi/gess/RessourcePDF.action?ressource.ressourceId=53192

[3] Recuperado de https://www.clarin.com/opinion/macri-reforma-laboral-fuerte-esperado_0_BkeILXF0-.html

[4] Recuperado de http://www.social-protection.org/gimi/gess/RessourcePDF.action?ressource.ressourceId=53192

[5] Para profundizar en este tema dirigirse a http://www.profesionalespm.com.ar/?p=807

[6] Recuperado de https://www.telesurtv.net/news/aumento-desempleo-brasil-gobierno-michel-temer-20180427-0039.html

[7] Recuperado de  https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/43689/1/S1800412_es.pdf

[8] Recuperado de https://www.pagina12.com.ar/amp/128419-huracan-de-dolares?__twitter_impression=true

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