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El jubileo de ayer es la reestructuración de hoy

Por Manuel Valenti Randi

No es la primera crisis financiera y de deuda global que vive el sistema. Por ejemplo, en los 80 y 90 las respuestas “globales” a las sucesivas crisis de deuda en los países periféricos y de la ex Unión Soviética dirigidas por el Tesoro de los Estados Unidos, el FMI y el Banco Mundial implicaron condiciones leoninas. Los países deudores tuvieron que llevar adelante cambios estructurales en el campo doméstico, como privatizaciones, reformas laborales y recortes presupuestarios que derivaron en nuevas crisis y un deterioro drástico de las cuentas públicas y las condiciones de vida de la población. 

Según el FMI la deuda global actual acumulada posteriormente a la crisis del 2008, sumando la estatal y la corporativa, es más de dos veces el PBI mundial; es decir, que la humanidad debe al menos dos veces lo que produce. Para cualquier observador con sentido común esto es insostenible. Es decir, luego de la última crisis económica provocada por la financiarización, concentración económica y sobreendeudamiento, la “solución” fue profundizar en este sentido y nuevamente nos encontramos en una crisis. Como decía Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Necesariamente debemos ir a hacia una fórmula de deuda global, donde no se pueda prestar más de lo que la humanidad produce y donde los Estados y las corporaciones tengan deudas que estén diseñadas para poder ser pagadas

Las primeras crisis de deuda se remontan a la antigüedad. Ya los babilonios conocían la deuda con intereses compuestos, sistema por el cual los intereses de deuda aumentaban más rápido que la producción agrícola, configurando un mecanismo de apropiación de la tierra y la renta. Como contrapartida, en algunas civilizaciones de la Mesopotamia existía el concepto de “jubileo”, que consistía en condonar la  deuda en ocasiones particulares. Michael Hudson explica:

“Los jubileos de la deuda fueron diseñados para hacer que tales pérdidas de libertad fueran solos temporales. La libertad en cuestión era de “servidumbre por deudas”. 

El objetivo económico del jubileo de deuda era devolver solvencia a la población en su conjunto. muchas proclamas reales también liberaron a las empresas de diversos impuestos y aranceles, pero el objetivo principal era político e ideológico. Era crear una sociedad justa y equitativa. 

Esta ética no era igualitaria como tal. Se limita a proporcionar a los ciudadanos el estándar mínimo básico necesario para ser autosostenible. La acumulación de riqueza estaba permitida e incluso aplaudida, siempre y cuando no interrumpiera el funcionamiento normal de la sociedad en general.”

Hudson Michael (2018), …and forgive them their debts: Lending, Foreclosure and Redemption From Bronze Age Finance to the Jubilee Year.

El jubileo de la deuda de ayer sería la reestructuración de las deudas hoy. Es necesaria la configuración de un sistema de reglas concertadas entre todas las naciones del mundo, con apoyo de especialistas y organismos internacionales, que permita a todos los países deudores, e inclusive a las empresas, adquirir deudas que sean sostenibles, donde se garanticen reestructuraciones que sean acordes a la capacidad de producción y condiciones de vida digna, sustentable y sana para la humanidad. Inclusive se podrían diseñar sistemas de préstamos que cuenten con cláusulas obligatoria ligadas la inversión en infraestructura, en salud, o permita bajar las emisiones de CO2, entre otras opciones. 

En el artículo “Crisis epidémica, financiera y del multilateralismo, signos del cambio civilizatorio” advertí sobre la necesidad de rediscutir el rol del Estado. Daniel Radduso  me señaló atinadamente que “hay que estar muy atento al reverdecer de las funciones regulatorias del Estado. ¿Potenciarán igualdades o desigualdades? ¿Qué queda bajo la lógica del mercado o será desmercantilizar?”

Esta discusión es parte de la clave de la solución porque, cuando son la expresión de la voluntad y los intereses populares, son los Estados los que pueden equilibrar la balanza entre los fuertes y los débiles para establecer un sistema justo para cada sociedad. Por esta razón, son las instituciones multilaterales e internacionales las que pueden respuestas sobre qué tipo de mecanismos de financiamiento se van a permitir, qué niveles de deuda y cuáles son los estándares e indicadores que se van a observar. A pesar de una profunda proliferación de los derechos humanos en todas las instituciones internacionales poco se habla sobre cuáles son los límites que tienen los acreedores para cobrar sobre los derechos humanos ¿no debería existir límites claros en este sentido? Pareciera que las recetas fiscales y monetarias para garantizar el cobro de las deudas van a contramano de los derechos humanos, sobre todo aquellos derechos económicos, sociales, de la niñez, la vejez, las mujeres y medioambientales. 

Luego de la Primera Guerra Mundial, las potencias vencedoras y sus bancos fueron tan salvajes en su intento de cobrar la deuda que aceleraron las crisis en los países vencidos, como Alemania y Austria, que entraron en una profunda crisis recesiva e hiperinflación. El resultado es el que todos conocemos. Las potencias occidentales aprendieron su lección en ese momento y tomaron un camino distinto en la segunda posguerra, perdonando a Alemania su deuda y llevando adelante el Plan Marshall para la reconstrucción del país. Había claros intereses geopolíticos de que Alemania y Europa Occidental se fortalecieran en el contexto de la Guerra Fría, donde el mundo comenzaba a dividirse en dos bloques. Pero esto no le quita el valor de que la salida política buscada a la devastación de la guerra fuera la estructuración de Estados de bienestar y reglas de juego globales a través de instituciones internacionales fundamentaron en el respeto de la soberanía y la búsqueda de garantizar niveles de vida básicos y dignos para sus pueblos. 

Actualmente pareciera que estas instituciones internacionales, como la ONU, tienen serias dificultades para brindar soluciones globales a los principales problemas de la humanidad. Muchas se han desviado de sus principios originales, y la falta de consensos y objetivos claros son uno de sus principales problemas. Sin embargo, hay que celebrar las recientes propuestas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés), ya que es una de las más claras hojas de ruta para la salida de la crisis global: 

  1. Inyección de 1 billón de dólares en la economía, que debe ir más allá de la inversión realizada en el 2009;
  2. Jubileo de la deuda para las economías en dificultades, cese de pagos de las deudas soberanas y una posterior reestructuración;
  3. Un nuevo Plan Marshall para una recuperación de la salud; 
  4. Controles de capital para reducir el aumento de las salidas de capital; 
  5. Reducir la falta de liquidez provocada por las ventas en los mercados de los países en desarrollo y detener las caídas en los precios de las monedas y los activos. (1)

Recientemente el FMI, el Banco Mundial y el Cardenal Tagle plantearon cada uno por su lado la necesidad de que la deuda de los países más pobres del mundo sea condonada (2). Estas propuestas sin dudas traería un alivio para algunas de la poblaciones con más necesidades. Sin embargo,  para sanear el sistema son igualmente necesarias la cooperación y una discusión global sobre la reestructuración de la deuda, como la que impulsó Argentina en el 2015 en Naciones Unidas. A su vez, habría que agregar que la salida de esta crisis implica también que los más grandes (Estados y corporaciones) “ganen un poco menos”. El sector privado, sobre todo las grandes corporaciones, bancos y entidades financieras, debería poner también su parte y ser solidario. Sin dudas, la solución de esta crisis se va a dar si las naciones del mundo, sobre todo las más poderosas, toman medidas fuertes para detener la caída y si se construye un nuevo consenso en instituciones internacionales que refleje el nuevo equilibrio de poder mundial y los principales problemas que aquejan hoy a la humanidad: la distribución de la riqueza, los límites de endeudamiento, movimiento de capitales, control de guaridas fiscales, el cuidado del medioambiente, la relación capital-trabajo y la sustentabilidad de nuestro sistema económico.

(1) Recuperado de https://unctad.org/en/pages/newsdetails.aspx?OriginalVersionID=2315 

(2) Recuperado de https://www.baenegocios.com/finanzas/El-FMI-y-el-Banco-Mundial-exigen-que-se-suspendan-pagos-de-deuda-de-76-paises-pobres-20200325-0026.htmlhttps://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2020-03/cardenal-tagle-jubileo-especial-para-derogar-deuda-paises-pobres.html

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