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Los primeros 100 días más difíciles para la política exterior argentina

Por Manuel Valenti Randi y Agustina Sanchez

Giro en la política exterior: de la sobreideologízación al pragmatismo

Alberto Fernández expresó en la apertura de sesiones legislativas que la dinámica de la política exterior de Argentina iba a estar definida por el pragmatismo, un concepto muy general, pero que claramente busca distanciarse de la ideologización y el determinismo como mecanismo para relacionarse con el mundo. 

Esta definición, sobre todas las cosas,  plantea diferenciarse de la visión sobre ideologizada que Cambiemos tenía sobre la inserción internacional. La anterior administración se definió en materia de política exterior por: aplicar liberalismo económico y financiero, en un contexto de crisis y ascendente proteccionismo; alinearse automáticamente a las potencias occidentales, en un mundo cada vez más multipolar; negar el conflicto y los intereses divergentes en las relaciones internacionales, en un contexto geopolítico mundial cada vez más volátil y conflictivo; y propiciar una política de colaboración con los intereses británicos sobre las Islas Malvinas y la Antártida. En definitiva, se asumió un posicionamiento político-ideológico claro que hacía recordar al realismo periférico, que escribió Carlos Escudé y ejecutó el Canciller Di Tella, en un mundo que ya nada tenía que ver al del Consenso de Washington.

Este modelo de inserción internacional lejos de ser inteligente, llevó al país a ser mal ejemplo en términos diplomáticos, financieros, económicos y sociales. Argentina pasó a liderar los rankings de mal desempeño en materia industrial, inflacionaria, endeudamiento, desempleo, caída del salario, captación de capital especulativo, empobrecimiento y crecimiento del hambre. 

Hoy día nos encontramos en un contexto internacional signado por una disputa entre las dos principales superpotencias – China y EE. UU.- y un concierto de potencias grandes y medias que buscan garantizar sus intereses en lo que consideran sus “zonas de influencia”. Esta situación genera escenarios fluctuantes e imprevisibles, de alineamientos geopolíticos no lineales, más bien dados alrededor de agendas comunes a distintos niveles, que obliga a los países periféricos y semiperiféricos, como el nuestro, a moverse con inteligencia y practicidad en cada una de estas agendas sin entrar en alineamientos automáticos e ideologizados.

Por su parte, el escenario latinoamericano y caribeño vive un clima de convulsión e inestabilidad. Existen una multiplicidad de gobiernos de distinto signo, donde todos se caracterizan por su alta conflictividad en el ámbito doméstico e incluso  algunos por la ilegitimidad. Con la llegada a Macri al gobierno en Argentina y la asunción de Michel Temer en Brasil los mecanismos de integración como el Mercosur, la Unasur, y la CELAC se vieron disminuidos a su mínima, o transformados en mecanismos para la firma de tratados asimétricos, como el Mercosur – Unión Europea. Luego de su asunción, Bolsonaro no ha cesado en los intentos de disminuir aún más estos mecanismos mediante una  desarticulación de facto el Mercosur, a través de la baja del arancel externo común. La política de desestabilización de los organismos regionales multilaterales por parte del mandatario lo han llevado incluso a eliminar su país de la CELAC. Estas organizaciones regionales servían tanto como instrumentos para la generación de acuerdos y consensos, como para el diseño y la ejecución de política regionales por fuera de las esferas de influencia de las grandes potencias, lo que en definitiva permitía y permite poner un freno a su intervencionismo.

En este contexto internacional y regional, el pragmatismo en términos de política exterior que propone Alberto tiene como fin  garantizar el interés nacional, los intereses permanentes de nuestra región y evitar la injerencia de potencias extrarregionales  en un mundo que es cada vez más complejo. 

Tal y como venimos sosteniendo en OCIPEx, Cambiemos utilizó la política exterior como instrumento para realizar reformas estructurales en el frente interno. El gobierno de Alberto Fernández hereda un país en crisis, atravesado por el enorme desafío que supone el corset presupuestario que le impone los servicios de deuda, con un margen de maniobra muy reducido para la ejecución de políticas económicas expansivas, industriales y redistributivas hacia el interior del país, las cuales dependen del resultado de la renegociación de la deuda.

Sin embargo, los principios del nuevo gobierno son claros: garantizar la soberanía nacional y el bienestar de la totalidad del pueblo argentino. Desde un primer momento, Martín Guzmán, Ministro de Economía, planteó que tanto el FMI, como los acreedores privados, tienen que entender que están negociando con un país soberano y Alberto Fernández afirmó, a su vez, que la deuda no se pagará con el hambre de los y las argentinas. 

A su vez, el acuerdo Mercosur – UE es quizás uno de los mayores compromisos que dejó el gobierno de Cambiemos, en un contexto donde Argentina necesita el apoyo de los países europeos para renegociar la deuda con el Fondo y evitar aplicar un acuerdo tan asimétrico que pone en riesgo el trabajo el salario, la industria y en definitiva la soberanía nacional. A esto se suma la amenaza constante de Brasil, que pretende utilizar el principio precautorio y adoptar unilateralmente el acuerdo, si la Unión Europea lo aprueba. Esto no solo pone en riesgo las exportaciones a nuestro principal aliado comercial, sino el funcionamiento y la propia existencia del Mercosur. 

Estas dificultades no hacen imposible sostener los principios esenciales y permanentes  y encontrar una salida negociada que convenga a los intereses de todxs, Alberto Fernández fue claro en España sobre este tema y Felipe Solá en un entrevista reciente, sin embargo esta situación sumada a la necesidad de renegociar la deuda con el FMI, genera un claro cuello de botella para la reconstrucción del sistema productivo y de la economía nacional.

Multilateralismo y cooperación: la respuesta del gobierno a la crisis global

A estos dos condicionantes para la elaboración de una política exterior autónoma se suma la crisis sanitaria, ocasionada por el Coronavirus. A nivel mundial, la pandemia ha acelerado y profundizado la crisis financiera, económica, productiva y comercial que  atraviesa el mundo. Inclusive algunos pronósticos afirman, que la crisis que actualmente enfrenta la economía global superará con creces a la del 2008.

En un mundo hiper globalizado como el que vivimos en la actualidad, la reducción de los flujos de intercambio de todo tipo ha producido una fuerte caída de los mercados bursátiles, una reducción de la inversión, el comercio y la producción industrial. A esto se suma la caída del precio del barril de petróleo como consecuencia primero de la disputa entre Rusia y Arabia Saudita y luego por la crisis generada por el COVID-19 que llevó el precio del barril a su nivel más bajo desde el 2001. 

La crisis -pandémica, financiera, económica y geopolítica- que acontece en el escenario internacional, necesariamente impacta en el plano doméstico, disminuyendo drásticamente la actividad económica y productiva, que ya se encontraba golpeada por las políticas adoptadas por el gobierno de Cambiemos. La caída del precio del petróleo a nivel global, afecta particularmente la producción que se considera estratégica para la exportación y el consumo doméstico.

Sin embargo, el gobierno de Alberto Fernández, no fue conservador ante la pandemia del Covid-19, sino que rápidamente tomó medidas para evitar la propagación del virus en la sociedad. La celeridad y firmeza en las políticas buscaban evitar la curva exponencial de contagios que muestra este virus en los demás países del mundo. 

En materia de política doméstica en los últimos días el gobierno de Alberto Fernández implementó un conjunto de medidas tendientes a paliar la crisis, buscando garantizar, en primer lugar la vida y la salud de las argentinas y argentinos, y luego tomando medidas económicas para proteger a los sectores más vulnerables y que eviten una caída abrupta de la actividad económica. 

En este sentido, Alberto Fernández, sostuvo que no alcanzaba con una quita, sino que dada la situación económica actual, agravada por la pandemia de coronavirus, el país no va a poder pagar la deuda que mantiene con el FMI durante los próximos cinco años. “Antes de la pandemia, yo le había dicho al FMI que no podíamos pagar a costa de nuestro pueblo. Ahora tengo mil razones más”. En la misma línea el Ministro de Economía Martín Guzmán, en el marco de una reunión con funcionarios del G20, solicitó incrementos de los Derechos Especiales de Giro del Fondo Monetario Internacional. “Esto es una emergencia global que requiere de políticas globales valientes y contundentes”, expresó Guzmán.

Hay que destacar también, la labor llevada adelante por la Cancillería y el cuerpo diplomático argentino repatriando alrededor de 27 mil argentinos y argentinas, con niveles de eficiencia mayores que los cuerpos diplomáticos de la región y de importantes potencias, como EE. UU(1). Aerolíneas Argentinas y sus trabajadores y trabajadoras tuvieron un rol clave realizando los vuelos para repatriar gratuitamente a sus compatriotas en los demás países.

Para evitar los contagios el gobierno cerró las fronteras para evitar los contagios pero apuesta al multilateralismo y la coordinación con los demás países para salir de esta crisis humanitaria. Toda crisis, o situación extraordinaria, es muchas veces un punto de inflexión que permite reveer las prácticas y tomar medidas distintas y extraordinarias a las que se venían sosteniendo. El presidente Alberto Fernández junto con Manuel López Obrador, presidente de México, acompañado por Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, plantearon la necesidad de cesar con el bloqueo a Venezuela y Cuba, ya que esto sólo profundiza la crisis humanitaria. En su última entrevista por la TV Pública fue más a fondo e hizo un “llamado a la humanidad” para revisar “cómo funciona el mundo” y “cambiar un sistema capitalista que se preocupó más por lo financiero que lo productivo” Para el Presidente este capitalismo concentró la riqueza entre muy pocos y extendió la pobreza, generando un un sistema tan desigual, frágil e inseguro para todos.

En este sentido, este jueves 26 de marzo en una reunión virtual del G-20, Alberto convocó a los líderes de las veinte principales economías del mundo a suscribir “un gran Pacto de Solidaridad Global” para combatir la pandemia del coronavirus, ya que “la urgencia que marcan las muertes, nos obliga a crear un Fondo Mundial de Emergencia Humanitaria que sirva para enfrentar, mejor equipados de insumos, el contexto que vivimos”. En este sentido, planteó que la “liquidez global” tiene que estar dirigida a políticas que “resguarden el empleo, la producción y las mejores condiciones de vida”.

A su vez, el gobierno coordinó con el Banco Mundial para recibir un crédito de USD 300 millones para comprar equipamiento médico. Esto marca un fuerte giro con respecto a la visión sobre el crédito respecto al gobierno de Cambiemos, que liberalizó la cuenta capital de Argentina en 2016, para ser parte del “casino global” de los capitales especulativos y realizar el endeudamiento más rápido y más grande de la historia argentina.  Por otra parte, se realizó un nuevo acuerdo con China, para recibir cooperación en insumos médicos y farmacológicos para luchar contra la propagación del Covid-19. 

Importa destacar también que producto de la celeridad y firmeza en la toma de decisiones para combatir la pandemia global por parte del presidente Alberto Fernandez, la Organización Mundial de la Salud eligió a la Argentina y otros 9 países ( entre los otros que se encuentran Noruega, Canadá, Francia, entre otros)  para iniciar ensayos clínicos en busca de una posible cura al Covid-19.Los primeros 100 días de gobierno para la política exterior de la Argentina fueron sumamente complejos y signados por numerosas dificultades heredadas y otras novedosas. Nos encontramos en la transición hacia un nuevo orden global, la toma de decisiones en estos momentos críticos es clave para garantizar la soberanía y el bienestar de la totalidad de la nación Argentina. El objetivo de reconstrucción de la economía, el trabajo y la industria que se ha trazado el gobierno desde su llegada al poder,  permiten a la Argentina navegar las crisis que atraviesa el mundo, la región y el país. Argentina es hoy un ejemplo para todo el concierto de naciones en materia de las políticas para paliar los efectos de la crisis ocasionada por el COVID-19, de hecho así lo afirmó la Organización Mundial de la Salud. Los desafíos que atañe esta situación son númerosas e imprevisibles, como mencionó el presidente, la acción coordinada, la solidaridad y la cooperación, nacional, regional e internacional resultan claves para atravesar y superar esta crisis donde “nadie se salva solo”.

(1) EEUU repatrió 9.000 ciudadanos del exterior hasta el 24 de marzo, https://edition.cnn.com/2020/03/24/politics/state-department-repatriation-flights/index.html

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