Autores: Cristian Oszust – Adilio Bareiro
En estos primeros meses del 2024 se ha observado una marcada tendencia hacia la disminución del consumo de carne vacuna en Argentina. Esta drástica caída puede atribuirse a varias razones. En primer lugar, a la erosión del poder adquisitivo de la población producto de la brutal devaluación en diciembre 2023. Y por otra parte, a la inflación imperante y a la consecuente pérdida de valor de la moneda, que impacta directamente en la capacidad de compra de los consumidores.
Asimismo, la priorización de la exportación de carne vacuna ha llevado a una reducción significativa de la oferta disponible para el consumo interno, lo que contribuyó aún más a la disminución de la demanda interna.
Según la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA), la caída del consumo de carne marcó el registro más bajo de las últimas tres décadas. Por otro lado, se comienza a hablar de crisis en el sector, ya que se está produciendo menor cantidad de carne, y el resultado obtenido por kilo es más bajo que hace unos meses. Por esta razones, las alarmas se encienden debido a que ante la imposibilidad de trasladar los costos a precios, las empresas comienzan a ajustar, suprimiendo horas extras e incluso hay casos de suspensión de algunos turnos de trabajo.
A continuación, se sintetizan las razones de dicha decadencia:
- Faena vacuna y producción de carne:
En el primer trimestre de 2024, fueron 351 establecimientos los que registraron actividad y en total faenaron 3,27 millones de cabezas de hacienda vacuna. En relación a enero-marzo de 2023 se observó una contracción de 7,8%. En términos absolutos la industria frigorífica faenó 278 mil cabezas menos que un año atrás. En dicho período se produjeron 745 mil toneladas de res con hueso (tn r/c/h) de carne vacuna, cantidad que resultó 7,6% inferior a la producida en enero-marzo de 2023 (-61,2 mil tn r/c/h).
- Exportaciones:
En marzo, las ventas de carne vacuna al exterior se mantuvieron en torno a las 85 mil tn r/c/h. De esta manera, en los primeros tres meses del año se habrían exportado 245,2 mil tn r/c/h, lo que representaría un aumento de 22,9% interanual (+45,7 mil tn r/c/h).
- Consumo interno:
En el primer trimestre del 2024, el consumo de carne vacuna en el mercado interno totalizó 499,7 mil tn r/c/h. Es decir, un 17,6% menor al registrado en igual trimestre del año pasado (-106,9 mil tn r/c/h), marcando el registro histórico más bajo de los últimos 30 años.
Por otra parte, en marzo de 2024 el consumo per cápita habría sido equivalente a 42,6 kilos/año, ubicándose 18,5% por debajo del verificado en marzo de 2023 según CICCRA.
- Dinámica de Precios y Salarios:
Tomando valores del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) y de la Secretaría de Bioeconomía, se observa lo siguiente:
- Se refleja un distanciamiento entre el aumento del precio promedio del kilo de carne y el consumo per cápita mensual. Ésta brecha está directamente relacionada con el colapso de los ingresos de los trabajadores
- Fuerte suba en los precios de venta al público de la carne vacuna por la devaluación en diciembre de 2023 (y sucesivos índices de inflación), que no se relaciona con la evolución del poder adquisitivo.
- Según estimaciones privadas, la pobreza en nuestro país alcanzó, en el primer trimestre del año, a 22,6 millones de personas, lo que implica que desde diciembre del año pasado se sumaron 3,2 millones de nuevos pobres debido al impacto de la inflación en el poder adquisitivo.
- Consideraciones finales:
La fuerte caída (-17,6%) del consumo de carne vacuna en el primer trimestre del 2024 respecto a igual trimestre del año pasado, demuestra la inexistencia de una política que priorice el consumo de proteínas.
La pobreza registrada en nuestro país, sólo puede ser explicada por la falta de medidas por parte del gobierno para garantizar salarios que puedan hacer frente a los altos índices de inflación. En sintonía con esta cuestión, la recuperación del consumo de carne, sólo estará asegurada con una mejora de la situación macroeconómica y con ello, del poder adquisitivo.
Asimismo, la inexistencia de una política agropecuaria y agroindustrial que potencie la cadena de producción de carne bovina, profundiza la concentración de la actividad y desincentiva la industrialización de la ruralidad.