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Exploración Offshore en el Mar Argentino: Mitos y Realidades

Autora: Agustina Sánchez Beck 

Recientemente el Gobierno nacional, a través del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, aprobó los permisos de exploración de recursos hidrocarburíferos costa afuera en tres áreas ubicadas en la Cuenca Argentina Norte “con el objetivo de incrementar el conocimiento, la exploración y producción de las áreas costa afuera de la Plataforma Continental Argentina1“. Este hecho despertó el rechazo de numerosos sectores, frente a lo cual se viralizó información falsa que solo apela a la construcción de un sentido en la sociedad argentina contrario a la soberanía del país y la defensa de sus intereses. La imagen difundida por Greenpeace, por ejemplo, muestra una mancha negra en el Mar Argentino, representando el supuesto derrame de petróleo que generará este proyecto. Si tenemos en cuenta que el permiso que se otorgó es para realizar actividades de exploración sísmica y no de perforación, la imagen, además de ser falsa, aparece como una clara evidencia geopolítica de la doble vara del corporativismo verde anglosajón.

Mientras Greenpeace señala como peligrosa la actividad que Argentina desarrolla en su mar territorial, las empresas británicas realizan las mismas actividades en las aguas cercanas a Malvinas, lo cual parece no generar ningún perjuicio. La supuesta defensa del Mar Argentino que se reclama mediante la cancelación de este proyecto eclipsa el problema real que nuestro país tiene en su plataforma marítima continental: la ocupación ilegítima e ilegal de las Islas Malvinas, Sandwich y Georgias del Sur por parte de Gran Bretaña. En la misma línea, la discusión acerca de las emisiones de gases de efecto invernadero que genera la actividad hidrocarburífera costa adentro y costa afuera en el país y la insistente presión para que Argentina reconfigure completamente su matriz energética hacia las energías renovables debe matizarse a la luz de varios aspectos geopolíticos y geoeconómicos. A nivel global, la principal fuente de energía continúa siendo los combustibles fósiles, principalmente el carbón que en 2019 proveyó el 30% de la energía mundial. Debido a la toma de conciencia respecto de la contaminación que genera este tipo de actividad, en connivencia con el colapso económico de 2008 que requería la creación de nuevos mercados para la generación de riqueza y la especulación, desde el 2013 los principales países y corporaciones energéticas han avanzado en la inversión en energías renovables. Sin embargo, esto no ha contribuido a reducir las emisiones de gases contaminantes. Lejos de ser “energías verdes” estas requieren de la explotación de una inmensa cantidad de recursos naturales, principalmente minerales. Detrás del fundamentalismo de las energías renovables se oculta también la dependencia tecnológica: se presiona a la Argentina para que compre tecnología renovable extranjera, mediante endeudamiento masivo, sin antes reflexionar acerca de quién financia la transición energética cuando el Estado y el pueblo argentino deben afrontar una deuda por 44 mil millones de dólares con el FMI o bien, qué impacto tiene la importación neta de tecnología en el costo de las tarifas eléctricas, en la matriz productiva e industrial nacional, en la generación de empleo, etc. Argentina posee una matriz energética que, si bien depende en su mayoría del gas, apela a la diversificación. Nuestro país realiza tareas de exploración en el Mar Argentino, pero también ejecuta numerosos proyectos de energías renovables como solar y eólica, proyectos de hidrógeno verde, de hidroelectricidad, de energía nuclear y de gas. Allí está la clave de la cuestión, debemos apuntar a una diversificación genuina de la generación de energía y electricidad con desarrollo y aprovechamiento de capacidades industriales y tecnológicas propias, para alcanzar el autoabastecimiento energético, federalizar el acceso a la energía a bajo costo y promover un desarrollo sostenible ambiental y económico. Desde el Observatorio de Coyuntura Internacional y Política Exterior (OCIPEx) consideramos que es sustancial complejizar para analizar, analizar para comprender y comprender para clarificar y actuar sobre la realidad efectiva. Con este artículo pretendemos realizar un ejercicio de reflexión para aportar elementos de análisis a una discusión seria y real acerca del modelo económico y el proyecto de país.

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