Opinión

¿Que se traerá Trump bajo el brazo para el Debate Presidencial 2020?

El 29 de septiembre los Estados Unidos de América – y el mundo expectante- estarán conectados desde sus dispositivos al primer Debate Presidencial 2020 que se llevará a cabo en la Case Western Reserve University en Cleveland, Ohio. Los candidatos: el actual Presidente Republicano de los Estados Unidos Donald Trump y el candidato Demócrata Joe Biden. Estos debates presidenciales tienen su origen en 1960 –luego se interrumpieron y se reanudaron en 1976-  entre el demócrata John F. Kennedy y Richard Nixon.

Quizá el debate presidencial más analizado por aquellos interesados en los vaivenes políticos de este país fue el del año 2016 entre la demócrata Hillary Clinton y el actual presidente Trump, en uno de los encuentros políticos más violentos que se haya registrado en la historia política estadounidense. Un Trump a la ofensiva acusando a la ex Secretaria de Estado de “tener maldad en el corazón”, amenazándola con enviarla a la cárcel y tratar a su marido y expresidente –Bill Clinton- de abusador de mujeres. Por supuesto Hillary Clinton respondería a los improperios, pero con un estilo propio de una política con más experiencia, resaltando su carácter racista, sexista y evasor de impuestos. Lejos de resolver el debate, el republicano retruco afirmando que él “mostrara sus declaraciones de impuesto cuando ella publique los –famosos- 33.000 correos que fueron borrados” (en relación al uso de su correo personal para tratar temas de Estado en su etapa como conductora del Departamento de Estado), y en cuanto a lo sexista se atrevió a decir que “lo mío eran palabras, lo suyo fueron acciones”-en referencia a su marido-, esto entre varias frases más que quedarán en la historia -como dijimos- de uno de los debates más agresivos.

Lo que nos quedaba claro de aquella experiencia y con el actual desarrollo de la campaña política era que Estados Unidos estaba frente a un nuevo tipo de político, novedoso para ese país, un candidato que arremetía con todo sin medir sus palabras, pero seguro de lo que con estas podía lograr. Dicen que “no hay mejor defensa que un ataque”, y parece que Trump de esto entiende mucho. El 29 de septiembre los candidatos Trump y Joe Biden se enfrentan al primer debate presidencial, este último con un perfil más parecido al de Hillary Clinton, de la camada de políticos pertenecientes al establishment estadounidense y ambos abogados, más serenos y típicos del político estadounidense donde lo primordial es “hablar bajo y sonreír”. A Donald Trump ya lo vimos y lo conocimos durante esos debates y durante su mandato, él va a actuar de la misma manera, propia a su estilo. Sabe perfectamente que con su estilo imperativo, difamador y violento puede convencer a los indecisos y todo vale a la hora de ganar.

En 2016 fue México el culpable de casi todos los males de Estados Unidos, hoy ese lugar lo ocupara China. Esto quedo claro en la Convención Republicana donde llegó a decir que con Biden “China pasara a ser el nuevo dueño de Estados Unidos”, y en la 75° edición de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 22 de septiembre arremetió contra China, pidiéndole a la ONU que “haga rendir cuantas” por “infectar el mundo”; con Hillary el tema fueron los mails, con Biden quizá sea Ucrania y el papel de su hijo Hunter Biden frete a la empresa Gas Burisma. Posiblemente aparezca el tema de los abusos sexuales, basado en las acusaciones de Tara Reade quien trabajo con el candidato demócrata durante 30 años y lo está acusando de abuso sexual.

Recientemente ha declarado que Biden podría haber consumido drogas para los debates de las primarias, señalo: “Quiero decir, posiblemente hubo drogas. No sé cómo se puede pasar de ser tan malo que ni siquiera puedas pronunciar una frase”, a tal punto que propuso que se realicen test anti-drogas antes del debate del 29 de septiembre. En la Convención Republicana Trump advirtió que habrá “turbas saqueando los suburbios” y que “Estados Unidos va camino al socialismo”, este argumento sirve para alejar el verdadero tema de lo que sucedió con el afroamericano George Floyd asesinado el pasado 25 de mayo por un policía blanco en la ciudad de Minneapolis en el estado de Minnesota y la muerte del afroamericano Jacob Blake en Kenosha, Wisconsin que desencadeno los disturbios que llevo un tal Kyle Rittenhouse, un joven blanco a disparar contra los manifestantes. Otro tema que estará presente en el debate será la Corte Suprema, en estos días se vio un Trump muy interesado en acelerar la sucesión de la recientemente fallecida Ruth Ginsburg –de poca simpatía hacia el republicano- y finalmente termino optando por la conservadora Amy Coney Barret. Con respecto a este tema, cabe recordar que en el año 2016 durante la administración del expresidente Obama tras el fallecimiento del juez Atonin Scalia, ni bien el expresidente propuso la designación del juez Merrick Garland, obtuvo la respuesta del líder del Partido Republicano en el Senado, Mitch McConnell, de no considerar dicha designación; por ser un año electoral, de esta manera el mismo Trump se vería beneficiado con aquella decisión de su partido pudiendo designar ya durante su mandato al conservador Neil Gorsuch.

El presidente Trump sabe que su estilo puede darle los votos necesarios, sobre todo en un país con varios temas sin resolver y con cada vez mayores niveles de polarización. Algunos podrían decir que la pandemia fue mal manejada por Trump, pero el dirá que la culpa la tiene China, algunos creerán que la muerte de Floyd le jugara en contra a la hora de los votos, pero el dirá que es el presidente de “la ley y el orden”. Trump sabe que está frente a un pueblo dividido y sensible ante algunos temas, él ha traído o despertado en Estados Unidos lo que estaba quizá silenciado, y apuntara fuertemente contra esas susceptibilidades. Y esto lo veremos en el Debate Presidencial y dependerá de cómo se prepare y se arme Biden frente al personaje Trump quien entiende que para ganar todo es válido.   

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