Autora: Agustina Sánchez Beck
GT: Sectores Estratégicos
Introducción
En Argentina, el sector nuclear es uno de los sectores industriales y tecnológicos más importantes del entramado productivo nacional. Actualmente, la energía nuclear tiene un rol crucial en el actual proceso denominado “transición energética” por tratarse de una energía base con muy bajas emisiones de gases de efecto invernadero en la totalidad del ciclo industrial y energético.
En el marco del Plan Energético Nacional 2003-2015, lanzado por Nestor Kirchner, la actividad nuclear se reactivó, tras un largo proceso de paralización, desinversión e intentos de privatización. Con el “Plan Nuclear Argentino” nuestro país alcanzó un crecimiento sostenido en el sector. Durante ese período se logró:
1) la finalización de la central nuclear Atucha II, paralizada desde hacía más de 20 años,
2) el comienzo de la construcción del reactor CAREM;
3) la fabricación del Reactor Multipropósito RA-10;
4) la extensión de vida de la Central Embalse;
5) la extensión de vida de Atucha I;
6) la recuperación de la Planta “Pilcaniyeu” de enriquecimiento de uranio;
7) la construcción de una Planta de Producción de Dióxido de Uranio en Formosa y
8) la reactivación de la Planta de Agua Pesada ENSI.
Entre 2006 y 2015 el desarrollo nuclear local permitió, además, la formación de 1.780 científicos y científicas; 1.100 profesionales; 390 jóvenes profesionales; 620 técnicos y técnicas especializadas y 1.330 soldadores nucleares. En el año 2003 el sector nuclear argentino poseía 3.000 especialistas, mientras que en 2015 alcanzó los 8.220. Para 2015 se habían creado 129 empresas calificadas en el sector.
Es en ese marco que en 2015 Argentina, a través del Ministerio de Planificación Federal, firma con la National Energy Administration (NEA) y la China National Nuclear Corporation (CNNC) de la República Popular China, contratos para la construcción de una IV y V central nuclear de potencia. El convenio firmado el 3 de febrero de 2015, formaba parte de la segunda reunión de Diálogo Estratégico para la Cooperación y la Coordinación Económica Argentina-China, realizada en la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma. Ese mismo año se conversaba entre el Ministerio de Planificación de Argentina y la National Energy Administration el establecimiento de una asociación estratégica conjunta con el objeto de desarrollar y construir reactores nucleares de potencia en América Latina con el para impulsar el comercio tecnológico en la región y la descarbonización de las matrices energéticas de la región.
Sin embargo, partir del 2016, con la llegada de Cambiemos al poder se reestructuró el sector energético y tecnológico nacional mediante privatizaciones, revisión tarifaria y modificacion de la normativa1. Entre 2015 y 2019 el presupuesto de la Comisión Nacional de Energía Atómica tuvo un recorte del 53%, hubo despidos masivos, se paralizó la Planta de Agua Pesada de Arroyito (PIAP), se cancelaron la mayor parte de los contratos con INVAP y otras empresas de base tecnológica nacional sumado a que el 51% de la empresa Dioxitek, que garantiza el suministro de dióxido de uranio a la CNEA, se privatizó. El ajuste del gobierno de Cambiemos también afectó a tres proyectos fundamentales y estratégicos: la construcción de la planta de fabricación de dióxido de uranio en Formosa, la paralización de la Planta de Pilcaniyeu, el proyecto CAREM-25 y el reactor RA-10. Los contratos para la construcción de una IV y V central con China fueron puestos en revisión y finalmente se optó por la compra llave en mano de una sola central, de tecnología Hualong One (PWR- Uranio enriquecido y agua liviana).
La nueva administración de gobierno que asumió a finales de 2019 ha decidido revitalizar el sector: se reactivó el proyecto CAREM y en febrero de 2020 se firmó el contrato comercial entre Nucleoeléctrica Argentina y la Corporación Nuclear China para la construcción de la IV central de potencia llave en mano, cerrando un largo periodo de negociaciones. Sin embargo, aún no se ha podido avanzar en la firma del contrato financiero, que es lo que permitirá dar inicio a las obras, en parte por disputas internas, pero principalmente por presiones geopolíticas y geoeconómicas vinculadas al acuerdo que Argentina mantiene con el FMI.
Entre 2019 y 2022 las renegociaciones para la firma del acuerdo con China, tras las modificaciones de los contratos durante la gestión cambiemos, despertaron profundos debates al interior del sector nuclear argentino. Algunas de las posturas hacían hincapié en el desconocimiento de la tecnología Hualong/PWR que utilizaría la IV central nuclear en el entramado nuclear nacional y que por eso no se debia continuar con el desarrollo de esta central. Tambien se sostenía que Argentina no desarrollaba uranio enriquecido por lo que generaría una dependencia de la importación del combustible. Otros sostenían en cambio que la tecnología PHWR desarrollada por Argentina (uranio natural y agua pesada) habia quedado tecnológicamente atrasada, dado que actualmente el 85% de los reactores de potencia que existen en el mundo son de tecnología PWR (uranio enriquecido y agua liviana) por lo que Argentina debía avanzar en lo construcción de la central con China, manteniendo la tecnología desarrollada nacionalmente sin continuar con su desarrollo.
Ya en 2020 desde este Observatorio afirmábamos que se trataba de un falso debate, en primer lugar, porque el sector se encontraba paralizado y desguazado tras las políticas neoliberales de la gestion de 2016 – 2019. Argentina es un país nuclear reconocido en el mundo por el uso pacífico de esta tecnología y por los avances tecnológicos en la materia. Por ello, no puede negarse a implementar la tecnología PWR que representa actualmente el 85% de los reactores del mundo, además nuestro país comenzó a transitar el desarrollo de capacidades en el mismo ciclo de combustible que utilizará la central nuclear Hualong desde mediados de la década del 80’, cuando la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) presentó el Proyecto CAREM, prototipo del primer reactor de potencia de diseño argentino. A su vez, la Central Nuclear Atucha I “Juan D. Perón” utiliza uranio levemente enriquecido y Nucleoeléctrica se encuentra trabajando junto con la CNEA para poder hacer lo mismo en Atucha II “Presidente Néstor C. Kirchner” por lo que cobra muchisima relevancia adquirir capacidades en materia de enriquecimiento de uranio y completar el desarrollo del ciclo de combustible nuclear. Esto no implica que Argentina deba descuidar la tecnología nacional PHWR que con mucho esfuerzo se construyó tras el lanzamiento del Plan Nuclear en 2006 y la finalización de Atucha 2, sin ir más lejos, aún continúa paralizada la planta de agua pesada, la más grande de este tipo en el mundo que obliga a la Argentina a importar este componente para la operación de sus centrales. Argentina tampoco puede negar la importancia estratégica que tiene la firma del acuerdo para la construcción de esta central con la República Popular China, en el marco de la Alianza Estratégica Integral en este momento geopolítico y geoeconómico de caos e incertidumbre, para la defensa y protección de los intereses nacionales y de nuestros sectores estratégicos.
Complejizando el análisis llegamos a la conclusión de que no se trata de una u otra tecnología, sino de diversificar las capacidades nucleares priorizando el interés nacional y teniendo como objetivo reconstruir y potenciar el sector estratégico más importante de nuestro país, para lo cual resulta indispensable recuperar la planificación del sector nuclear.
Con este espíritu, desde el Observatorio de Coyuntura Internacional y Política Exterior nos embarcamos en la tarea de explorar las posibilidades de cooperación en tecnología nuclear que permitan potenciar las capacidades nucleares existentes y diversificar la línea tecnológica nacional priorizando la reconstrucción del sector, su fortalecimiento y diversifciación, teniendo siempre como objetivo el aporte a la solución de los problemas nacionales.
Así arribamos a la India, país con un programa nuclear controvertido y complejo que requiere un estudio objetivo y serio, libre de sobreideologías. Las centrales nucleares de potencia en India son en su mayoría PHWR, es decir, la tecnología que utiliza, conoce y domina hace más de 70 años Argentina. Sin embargo, India no forma parte del Tratado de No Proliferación, lo que a priori se presenta como un obstáculo para el establecimiento de un vínculo en materia nuclear, por la ausencia de salvaguardias internacionales que eviten la desviación hacia usos bélicos.
En 2010, se firmó el Acuerdo entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la República de la India sobre Cooperación en los Usos Pacíficos de la Energía Nuclear2 que establece el marco de cooperación en el ámbito de los usos pacíficos de la energía nuclear entre organizaciones afines de la India y de la Argentina. A partir de ese momento, se comenzaron a llevar a cabo una serie de intercambios que derivaron en la construcción y culminación de una planta de INVAP en India. En 2014, a través de una licitación de carácter internacional, INVAP se consagró ganadora para la ejecución de un proyecto titulado “LEU based Mo-99 Production Facility” (FMP) el cual incluía el diseño, la fabricación, provisión, instalación, capacitación del personal de operación en Argentina e India que se finalizó recientemente. A su vez, Argentina, a través de INVAP, está desarrollando una planta de radioisótopos en la India que se inagurará prontamente.
Argentina tiene un historial impecable de usos pacíficos de la energía nuclear con fines energéticos y medicinales, que justamente es lo que nos ha permitido consolidarnos como un país a la vanguardia del sector a nivel internacional. A pesar de este elemento complejo y determinante, consideramos importante tener en cuenta la experiencia de la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC) un hito de innovación institucional, hoy un ejemplo global de colaboración científico-tecnológica que podría ser replicado en otras regiones y países. A través de la ABACC, Argentina y Brasil lograron demostrar que sus desarrollos nucleares podían presentar complementariedades y ser colaborativos. Este no fue un proceso sencillo, porque el fortalecimiento de la posición de ambos países latinoamericanos fue y es interpretado como el debilitamiento de las posiciones de las potencias nucleares en sus proyecciones sobre la región.
Para explorar estas posibilidades consideramos que el primer paso es realizar un diagnóstico del sector nuclear nacional, comprender la realidad que atraviesa el sector, identificar capacidades para potenciar y problemas a solucionar, planificar objetivos y establecer metas realizables para, desde ese piso de planificación, explorar si existen intereses ecomunes con otros Estados. De esa manera se podrían analizar mecanismos mutuamente beneficioso para una cooperación pacífica en usos de la energía nuclear.
En un mundo complejo y dinámico como el que vivimos, no entrar en alineamientos geopolíticos de manera automática resulta crucial para elaborar y ejecutar una política exterior soberana. La diversificación de los vínculos interestatales, no solo debe llevarse a cabo desde una visión netamente comercial, sino también buscando el fortalecimiento de las industrias estratégicas nacionales y los entramados productivos con el objetivo de generar empleo, formar profesionales, agregar valor a las exportaciones y diversificarlas, generar divisas y con todo esto, modificar el lugar geopolítico asignado a la Argentina en la división internacional del trabajo y del poder como mero exportador de materias primas.
La pandemia ha acelerado las tendencias que emergieron en 2008, favoreciendo una regionalización de la producción y el comercio, lo que ha permitido que países como India, Indonesia, Vietnam y los países del BRICS en general se consolidan como nuevos polos de poder a nivel regional, y hasta mundial. Esta coyuntura abre oportunidades, pero también desafíos y amenazas, tanto para la región latinoamericana, como para la Argentina en particular. A simple vista podría interpretarse que esta nueva multipolaridad representa para nuestro país una oportunidad en términos de mayor margen de maniobra para relacionarse con otros actores. Sin embargo en la actualidad nuestra política exterior se encuentra profundamente condicionada, el acuerdo firmado por el gobierno de Cambiemos con el Fondo Monetario Internacional en 2018 que endeudó a la Argentina por 44.000 millones de dólares, no sólo sirvió para financiar la fuga de capitales, sino que se configuró como un instrumento que restringe todo tipo de accionar soberano de índole político y económico de nuestro país, a partir de condicionamientos delineados por el principal accionista del Fondo, Estados Unidos. La reconfiguración geopolítica global, la re-emergencia de China como potencia y su ya establecida presencia en la región, es interpretada por la Estrategia de Seguridad Nacional estadounidense como una “amenaza para la seguridad nacional”.
Argentina, al ser parte del hemisferio occidental y de la zona geopolítica de influencia de EE.UU. se ve impactada directamente por presiones diplomáticas, económicas y financieras que buscan alinearnos política y económicamente al accionar del país del norte. Quizás el mayor ejemplo de esto sean las reuniones desarrolladas entre el 4 y 8 de abril de este año en el marco del Comité Conjunto sobre Cooperación en Energía Nuclear (JSCNEC, por sus siglas en inglés), donde una delegación de los Estados Unidos, liderada por la Subsecretaria Adjunta de Política de No Proliferación, Ann Genzer, visitó la Argentina a pesar de ser un país con un historial impecable en materia de no proliferación
El siguiente trabajo se propone realizar un análisis de la historia del desarrollo nuclear en la India, investigar los puntos de acercamiento entre ambos países en materia nuclear intentando responder a la pregunta de si realmente es posible la cooperación nuclear con este país desde una visión de soberanía energética y estratégica en este momento geopolítico y geoeconómico.
El régimen internacional de “no proliferación” y la obstaculización del desarrollo nuclear en los países de la semiperiferia.
La tecnología nuclear es de importancia estratégica para los países centrales. Su particularidad es que, además de emplearse para la generación de energía o para la producción de radioisótopos utilizados para una gran cantidad de sectores e industrias como la medicina y la agroindustria, ésta puede usarse también para la fabricación de armamento. Tal es así que desde sus comienzos, el desarrollo de esta tecnología en los países semiperiféricos ha generado tensiones en el escenario internacional signadas por la búsqueda de las potencias nucleares de asegurarse el monopolio del acceso a este conocimiento.
Desde la década de 1950, los países poseedores de armas nucleares han alentado la conformación de un régimen internacional sobre lo nuclear que permitiese controlar y limitar el desarrollo de estas tecnologías en la semiperiferia, sin que ello implique el abandono del monopolio de armamento nuclear que detentan o bien, la reducción de sus arsenales. (Colombo, Guglielminotti, Vera, 2015). A partir de 1970, el desarrollo nuclear se enmarca en los lineamientos del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Este régimen de “no proliferación” se ha hecho efectivo mediante distintas instituciones como el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el Grupo de Suministradores Nucleares (GSN) y, más recientemente, por medio de iniciativas como los Protocolos Adicionales (PA) y los Bancos de Uranio Levemente Enriquecido (ULE).
Desde el TNP hasta los ULE, la normativa internacional ha buscado consolidar el oligopolio de países con acceso a tecnología nuclear, limitando el desarrollo tecnológico en esta materia en los países semiperiféricos. El instrumento para legitimar esta normativa fue una maquinaria política, académica, comunicacional, jurídica y diplomática que se encargó de estudiar la supuesta intencionalidad de los países del tercer mundo al desarrollar una tecnología sensible como lo es la nuclear (Hurtado, 2014). El discurso hegemónico ha construido un sentido signado por la afirmación de que los países semiperiféricos que buscan desarrollar tecnología nuclear son proliferadores.
Las tensiones se han dado principalmente en términos del acceso tecnológico de los países semiperiféricos al control del proceso de combustible nuclear, específicamente en torno al enriquecimiento de uranio que, además de utilizarse para el armamento nuclear es utilizado para los reactores de potencia, es decir, para la producción de electricidad.
Breve historia del desarrollo nuclear en India
Con aproximadamente 1300 millones de habitantes, la República de la India es el segundo país más poblado del mundo, situado en el Sur de Asia, limita hacia el norte con la República Popular China, Bután y Nepal, al sur con el Océano Índico, el Estrecho de Palk y el Golfo de Mannar, que la separa de Sri Lanka; al oeste con Pakistán y el mar Arábigo, y al este con Bangladesh, Birmania, y el Golfo de Bengala.
Si bien India es reconocida por su ensayo nuclear pacífico de 1974, el “Smiling Buddha”, los cinco posteriores ensayos de 1998, y sus variadas disputas principalmente con China y Pakistán, en este apartado nos centraremos en revisar la historia respecto a cómo este país llegó a detonar este tipo de artefactos, prestando vital importancia a los orígenes de este conocimiento.
En materia nuclear, India es uno de los nueve países que posee armamentos nucleares, aunque es parte de los cuatro estados (junto a Corea del Norte, Israel y Pakistán) que no son reconocidos como estados legítimamente armados, ni forman parte del TNP y del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT, por sus siglas en inglés). Este país tiene capacidades importantes en la fabricación y gestión de tecnología nuclear tanto pacífica como -desde la década de 1970- bélica3. A pesar de lo anterior, aplica salvaguardias específicas en ciertas instalaciones, en acuerdo con la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA). El hecho de ser un país con creciente importancia económica y política global, un estado emergente o en desarrollo con importantes capacidades tecnológicas, particularmente espaciales y nucleares, y mantenerse al margen de algunos de los instrumentos más importantes del régimen de no proliferación, sin que ello implique demasiadas consecuencias, hace de India un caso de estudio por demás interesante.
Es importante señalar que India se mostró tempranamente interesada por la adquisición de tecnología nuclear para fines pacíficos, especialmente para paliar la gran escasez energética. Sethna, ex presidente de la Comisión de Energía Atómica de India (AEC, por sus siglas en inglés), señaló desde mediados del siglo pasado, India “ya había comprendido las posibilidades de la utilización de la energía atómica con fines pacíficos en un momento en que las primeras actividades en esta esfera se consagraban ante todo a fines militares en la escala global” (Sethna, 1979). Según él, el Dr. Homi Bhabha, considerado el padre del programa atómico de la India, declaró que “cuando la energía nuclear se haya empleado con éxito para producir electricidad, digamos, dentro de un par de decenios, la India no tendrá que recurrir al extranjero para sus expertos, sino que los hallará en el propio país4.
Los comienzos de la investigación nuclear en India fueron adelantados para su tiempo, pero limitados en un principio al estudio de minerales y actividades de investigación, adquiriendo mayor relevancia en 1945, con la inauguración del Instituto Tata de Investigaciones Fundamentales, en las cercanías de Bombay. India se sirvió de las posibilidades otorgadas por la cooperación científica y tecnológica internacional nuclear para adquirir y acumular capacidades en su territorio, principalmente con Gran Bretaña, que desde que era su metrópoli había identificado la presencia de varios minerales nucleares en el país.
Con el advenimiento de la independencia política India en 1947, se buscó establecer también una mayor autonomía tecnológica, acompañada de un proceso de sustitución de importaciones y planificación centralizada5. En 1948, se aprobó en el Parlamento la Ley de Energía Atómica, donde se afirmaba el objetivo de desarrollar esta tecnología con fines exclusivamente pacíficos. Para aquel entonces, la importancia de la energía nuclear estaba instalada en los proyectos de los principales dirigentes indios, como lo muestra aquella ocasión en que el Primer Ministro de la India Nehru escribió a su Ministro de Defensa Baldev Singh en 1948: “El futuro pertenece a quienes producen energía atómica […]” (Karnad, 2008). En este sentido, ese mismo año se creó la AEC, en cuya dirección se nombró al mencionado Homi Bhabha Jehangir. Posteriormente, en 1954 el gobierno creó el Departamento de Energía Atómica (DAE) con la responsabilidad de centralizar todas las actividades nucleares del país, al tiempo que buscaba abarcar la investigación, el desarrollo tecnológico y la operación de reactores comerciales. La Ley de Energía Atómica actual en India es de 1962 y solo permite que las empresas estatales participen del desarrollo de energía nucleoeléctrica.
Durante las décadas de 1940 a 1960, el país se concentró en tejer una extensa red de cooperación científico-tecnológica nuclear con países de mayor desarrollo relativo, como Gran Bretaña, Canadá, Estados Unidos y Rusia (Unión Soviética -URSS- en aquel entonces). Durante esta etapa, India consiguió instalar su primer reactor nuclear de uranio enriquecido (el Aspara, en 1956) con ayuda de Gran Bretaña, para luego dar paso a la cooperación con Estados Unidos en el marco del Programa Átomos para la Paz y con Canadá, países que garantizaban el acceso de India a una tecnología más eficiente y moderna que la británica.
En 1955 Canadá accedió a proporcionar a India el reactor CIRUS (Canadian-Indian reactor US), un reactor CANDU, de uranio natural, sin demandar a cambio el establecimiento de salvaguardias con respecto al plutonio resultante del funcionamiento del reactor. Sólo se limitó a solicitar que el material se utilizara para fines pacíficos. La colaboración indo-canadiense se intensificó con intercambios de científicos en la década de 1960 a laboratorios canadienses para recibir capacitaciones, y con la compra por parte de la India de dos reactores tipo CANDU, con agua pesada suministrada por Estados Unidos.
Esta visión tuvo su proyección en el ámbito internacional. Al igual que lo haría Juan Domingo Perón, Nehru alertó tempranamente en el seno de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) sobre la posibilidad de la instauración de una nueva dinámica colonial por parte de las potencias nucleares hacia aquellos países que no poseían esta tecnología.
En aquel entonces existía una disputa respecto a cómo debía ser el desarrollo nuclear del país. Mientras Nerhu optaba por priorizar la “abstinencia nuclear”, la perspectiva de Bhabha abogaba por la obtención de armas nucleares. Bhabha en particular contemplaba en las armas atómicas un vehículo de posicionamiento y prestigio para la India en el sistema internacional. Sin embargo, al menos hasta la década de los ‘60 primó la postura esgrimida por Nehru, que logró dar un lugar de primacía internacional a la India a partir de su protagonismo en el movimiento que abogaba por el desarme nuclear en el marco del Movimiento de Países No Alineados (NOAL).
Desde su independencia, India ha mantenido diversos conflictos geoestratégicos con sus países vecinos, principalmente con China y Pakistán. A esto debe sumarse la importancia que la región tuvo durante la Guerra Fría para las dos potencias en disputa, Estados Unidos y la URSS, así como sus respectivos intereses. Todo lo anterior generó un marco de inestabilidad regional y la proliferación de alianzas y contra-alianzas geopolíticas, además de alimentar la carrera armamentista de los países involucrados, lo cual resultó en la adquisición de armas nucleares por parte de China (1964), India (1974) y Pakistán (1998).
Como se mencionó anteriormente, Estados Unidos y la URSS también tuvieron un papel protagónico entre las motivaciones que impulsaron a la India hacia la nuclearización. El apoyo de Estados Unidos hacia la India se basó en cuestiones de cooperación internacional en materia de asistencia tecnológica, pero también en sus intereses como parte de su estrategia hacia China. Este accionar deja entrever que a pesar del hecho de que India no haya firmado el TNP, Estados Unidos intentó vincularse al programa nuclear indio de todos modos. Tanto para India como para Estados Unidos la cooperación fue clave a la hora de contrabalancear el poder del gran país asiático. Sin embargo, Estados Unidos no era el único interesado en la región.
En 1971 India y la URSS firmaron el Tratado Indo-Soviético de Paz, Amistad y Cooperación que, desde el punto de vista de la India, estaba destinado a reducir los riesgos de una posible intervención militar de Estados Unidos o China en una guerra en el Sur de Asia. Es decir, el interés de India en cooperar con la URSS se debía, en parte, a la protección que le podría brindar frente a Pakistán y China.
A la situación de presión geopolítica que acontecía en el plano internacional, debe sumarse una descripción respecto a la situación doméstica. Para 1970 India se encontraba en una fuerte crisis económica de mediados de la década de 1970, es en ese contexto que la Primera Ministra de aquel entonces Indira Gandhi, decidió apresurar la decisión de realizar un ensayo nuclear pacífico a fin de virar la atención de la población hacia este acontecimiento nuclear y legitimar su dirigencia política la cual se encontraba bajo una fuerte presión (Rosas, 2017).
Finalmente, el 18 de mayo de 1974 India realizaría su primer ensayo nuclear con fines pacíficos. Como consecuencia, mientras que Estados Unidos impusó una serie de sanciones a la India con argumentos que resaltaban una violación al programa Átomos para la Paz, los soviéticos no condenaron el ensayo nuclear pacífico ante la comunidad internacional. Por su parte, el Grupo de Suministradores Nucleares realizó un embargo, el cual impedía la comercialización con India en materia de usos civiles de la energía nuclear que sería levantado 34 años después en 2008.
Por su programa nuclear militar y los ensayos de armas nucleares en 1974 y posteriormente en 1998 cuando entre el 11 y el 13 de mayo de 1998, India realizó una serie de cinco ensayos nucleares en la zona de Pojran, sumado a la renuencia a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), India ha estado excluida del comercio vinculado a los usos pacíficos de la energía nuclear y, consecuentemente, al desarrollo de actividades de cooperación y transferencia de tecnología nuclear. Estas sanciones evidencian la doble vara que rige en materia de politica nuclear en el plano internacional. Pese al hecho que India estuvo aislada del comercio internacional de centrales nucleares durante años, ello no le ha impedido desarrollar de manera autónoma su ciclo de combustible.
En 2008 con la firma del acuerdo nuclear indo-estadounidense conocido también como “Acuerdo 123” se modificó esta situación estrictamente por motivos geopolíticos, contener el desarrollo nuclear chino. Con este acuerdo se habilitó la transferencia tecnológica y deequipos nucleares civiles estadounidenses hacia India y la venta combustible nuclear para 14 de los 22 reactores de generación de energía nuclear de la India. (Rajagopalan, 2008).
Cooperación nuclear India-Argentina
Las relaciones bilaterales entre Argentina e India se establecieron formalmente en el año 1949. Si bien para aquel entonces la dinámica era discontinua debido a los propios acontecimientos del sistema internacional, para la década de 1960, el presidente Frondizi y el Primer Ministro de la India Jawaharlal Nehru lanzaron un comunicado donde ambos abogaron por el “desarme general nuclear completo de gran alcance”(Devoto, 2010).
En el plano nuclear, las relaciones bilaterales entre India y Argentina han mantenido varios puntos en común a lo largo de los años como por ejemplo el no alineamiento, la neutralidad y el incentivo del desarrollo autónomo de la energía nuclear. En este sentido, el 14 de octubre de 2009, según una declaración conjunta emitida por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la India, ambos países, han reiterado sus intenciones de continuar con el desarrollo y cooperación en este ámbito de conformidad con sus compromisos y obligaciones a nivel internacional (Chatterjee, 2009).
En 2010, se firmó el Acuerdo entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la República de la India sobre Cooperación en los Usos Pacíficos de la Energía Nuclear6 que establece el marco de cooperación en el ámbito de los usos pacíficos de la energía nuclear entre organizaciones afines de la India y de la Argentina. A partir de ese momento, se comenzaron a llevar a cabo una serie de intercambios que derivaron en la construcción y culminación de una planta de INVAP en India. En 2014, a través de una licitación de carácter internacional, INVAP se consagró ganadora para la ejecución de un proyecto titulado “LEU based Mo-99 Production Facility” (FMP) el cual incluía el diseño, la fabricación, provisión, instalación, capacitación del personal de operación en Argentina e India y la final puesta en marcha de la planta.
En 2019 se firmó un Memorándum de Entendimiento (ME) entre la Comisión Nacional de Energía Atómica de la República Argentina (CNEA), y el Centro Mundial para la Creación de una Asociación de Energía Nuclear de la República de la India, un foro de intercambio tecnológico-diplomático del programa nuclear indio. En este ME se preveía la realización de capacitaciones de técnicos argentinos en India, el asesoramiento de India en temas de energía nuclear y la realización de investigaciones conjuntas7.
Con la llegada de la nueva administración del Frente de Todos, además de la cooperación sanitaria para hacer frente a la pandemia, podemos identificar algunos momentos en la agenda bilateral India-Argentina donde lo nuclear resalta. En enero de 2021 se llevó a cabo un encuentro telefónico entre el canciller argentino Santiago Cafiero y su par indio donde destacaron la cooperación nuclear y mantuvieron en agenda la construcción de una planta de producción de radioisótopos en Mumbai8. Posteriormente, el 18 de octubre de 2021, hubo un segundo encuentro entre Cafiero y el embajador de la India en Argentina, Dinesh Bhatia, donde el canciller reiteró el compromiso con el proyec de la Planta de producción de radioisótopos en Mumbai, llevado a cabo por INVAP SE9. En noviembre del mismo año, el vicecanciller argentino Pablo Tettamanti realizó una visita de trabajo a la India y encabezó la delegación que participó de la décima Reunión de Consultas Políticas entre ambos países. Las dos partes hicieron un repaso de las relaciones bilaterales poniendo foco en los proyectos de cooperación bilateral no solo en materia nuclear, sino también espacial, agricultura, ciencia, tecnología, desarrollos en minería y energía10.
En marzo de 2022, se llevó a cabo un encuentro entre Adriana Serquis (la presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica – CNEA), y Dinesh Bhatia (embajador de la República de la India) en nuestro país. Ambos resaltaron la importancia de la cooperación bilateral en materia de usos pacíficos de la energía nuclear, dando principal importancia al estado de los planes nucleares, las capacidades científico-técnicas e industriales, sus principales proyectos, y el continuo interés respecto a la exploración de identificación de áreas y temáticas en las que se pueda llevar a cabo una cooperación. Además, se destacó el rol de Argentina como “exportadora de una planta de producción de radioisótopos (RPF) por parte de INVAP al Board of Radiation and Isotope Technology (BRIT), así como el rol de los expertos de la CNEA en la asistencia tecnológica en los procesos de la puesta en marcha de esta instalación”11. Este encuentro está enmarcado en el mencionado con anterioridad “Acuerdo entre el Gobierno de la República Argentina y la República de la India sobre cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear” de 2010 firmado en Viena y que brinda un marco legal para la colaboración en el área nuclear.
En abril de 2022, Cafiero se reunió en Nueva Delhi con su par de la India Subrahmanyan Jaishankar, donde se hizo principal hincapié en la planta de radioisótopos que construyó y finalizó INVAP en India12. El 23 de agosto del corriente año, especialistas de la CNEA y de INVAP SE, en cooperación con personal del Board of Radiation & Isotope Technology (BRIT), Department of Atomic Energy, India, pusieron finalmente en marcha la instalación que la empresa argentina estaba construyendo en la ciudad de Mumbai hace algunos años. Este proyecto data del 2014 a partir del mencionado anteriormente FMP. El propósito de esta planta es la generación de Molibdeno-99, un insumo que se utiliza en medicina nuclear. Esta exitosa transferencia del proceso “referencia la capacidad tecnológica de nuestro país, que ha sido pionero en el mundo en desarrollar un proceso de producción de Mo-99 por fisión utilizando blancos de irradiación de uranio de bajo enriquecimiento (Low Enriched Uranium -LEU)”13.
Ahora bien, habiendo analizado los principales puntos de contacto en materia nuclear entre ambos países, es interesante plantearnos si India podría ser realmente un potencial comprador de componentes, insumos o incluso asesoría nuclear de nuestro país. Debido al tipo de construcciones de centrales tipo CANDU que posee India, similar a la que existe en Argentina en la provincia de Córdoba (Embalse), el país surasiático podría ser un principal y potencial comprador de componentes e insumos ya sea de agua pesada o asesorías nucleares por parte de nuestra nación.
Actualmente, India cuenta con 23 reactores en situación de operar, y con 8 reactores en construcción, con una producción eléctrica de origen nuclear14 (TWh) de 40,37, y un 3,3 % de electricidad de origen nuclear. Las principales plantas de reactores para energía que podemos mencionar son: la Planta de Energía Atómica de Kaiga – 2 PHWR, y 2 PHWR (en construcción), la Planta de Energía Atómica de Kakrapar (KAPS) – 2 PHWR, la Planta de Energía Atómica de Koodankulam – 2 VVER (en construcción), la Planta de Energía Atómica de Madras (MAPS) – 2 PHWR en Kalpakkam, la Planta de Energía Atómica de Narora (NAPS) – 2 PHWR, la Planta de Energía Atómica de Rajasthan (RAPS) – 4 PHWR, 2 PHWR (en construcción), y la Planta de Energía Atómica de Tarapur (TAPS) – 2 BWR, 2 PHWR. Además, encontramos reactores de investigación como el Kalpakkam – IGCAR, el FBTR (Fast Breeder Test Reactor) que es un reactor de pruebas de rápida alimentación, el reactor KAMINI, el reactor CIRUS, y el Prototipo de 500 MW de Fast Breeder Reactor (en construcción).
Si bien no resultaría sencillo el comercio en este ámbito, tampoco es imposible. “Dado el apoyo que el embajador argentino Rafael Grossi trató de darle a la India para hacerle ingresar en el NRG (Nuclear Suppliers Group), con la oposición única –pero acérrima- de China. Una membresía en ese grupo, que sólo tiene 20 miembros (y del cual Argentina es parte) aceitaría bastante las compras y ventas de tecnología atómica de un país que, como la India, no ha firmado el Tratado de No Proliferación (TNP). En eso las historias de nuestros dos países también coinciden un poco”15.
Los mencionados encuentros, la concreción efectiva de un acuerdo muy importante en materia tecnológica y este último planteo, nos lleva a reconocer la indiscutible dinámica existente entre las agendas bilaterales de política exterior en materia nuclear que mantienen ambos países. Siguiendo con los puntos de contacto entre ambas naciones, donde la visión compartida de una cooperación creciente y pujante es el eje, con vistas hacia la construcción de un futuro conjuntos en diversos ámbitos, pero sobre todo en el nuclear energético y sus diversos usos (pacíficos), es que nos atrevemos a decir que la cooperación entre Argentina e India efectivamente existe, que existe un marco normativo y que podría potenciarse y profundizarse a fin de lograr concretar futuros logros en el ambito cientifico-tecnologico nuclear. Sin embargo, el primer paso debe ser el relanzamiento del Plan Nuclear Argentino.
NOTAS AL PIE:
1Las centrales termoeléctricas Manuel Belgrano, José de San Martín (Central Timbúes), Vuelta de Obligado, Guillermo Brown, Güemes, Central Puerto, Central Dique y Centrales Térmicas Patagónicas fueron privatizadas. Se vendieron a precio vil las centrales térmicas Ensenada de Barragán y Brigadier López. En 2017 estas centrales representaban el 92% de la generación térmica, eran las centrales más importantes de ENARSA. Las acciones que el Estado nacional a través de ENARSA tenia en centrales térmicas, fueron adquiridas por el Ministerio de Energía y Minería quien procedió a la venta de las mismas a un precio muy por debajo del valor por el cual estaban tasadas. La mayoría de las acciones estatales privatizadas se habían obtenido con la creación del Fondo de Garantía de Sustentabilidad. En el caso de Ensenada Barragán y Brigadier López, el macrismo modificó los costados del fideicomiso de las centrales que prohibía su privatización. Además se modificaron los pliegos para eliminar la tasación realizada por el tribunal, como valor piso de las ofertas a presentar. En 2018 el tribunal de tasación estableció el valor patrimonial de las centrales por: Ensenada Barragan: 305.906.000 dólares y Brigadier Lopez: 207.110.000 dólares. Sin embargo, fueron vendidas al siguiente precio: Ensenada Barragan: 229.529.500 dólares vendida a Pampa Energía e YPF y Brigadier Lopez: 165.435.500 a Central Puerto S.A empresa de Nicolas Caputo. Por esto, Mauricio Macri, Javier Iguacel, Aranguren, Gustavo Lopetegui, Mario Dell Acqua y Claudia Mundo se encuentran imputados.
3Nuclear Threat Initiative -NTI- (2019). India Nuclear Overview.
4Sethna, Homi Nusserwanji (1979) “India’s Atomic Energy Programme Past and Future”. International Atomic Energy Agency Bulletin, Vol. 21, N° 5.
14Energía nuclear en el mundo – Foro Nuclear
15Argentina, India y los átomos: sin novedades pero con historia | AgendAR (agendarweb.com.ar)
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